En el año largo que llevo viviendo en Bogotá no he hecho otra cosa que capturar imágenes en cada calle que paso.
Voy por cada calle, callejón o zona verde con la cámara del celular siempre lista a capturar lo que sus personajes y espacios me dan…
Tengo varias cámaras profesionales pero me he dado cuenta de que la única forma de crear una verdadera línea de tiempo es apostándole a la cámara del celular, la que siempre cargamos, la que va con nosotros a cada esquina.
A veces miro hacia arriba, a veces al frente, a veces de lado, no importa el ángulo, el encuadre o que tan enfocada esté, lo importante al final es la historia -de otros o mía- que hay detrás de cada imagen.
No pretendo dejar otra cosa que una línea de tiempo de mis propias memorias visuales, de mis encuentros cotidianos, de todo lo que veo, observo, miro…
Voy por cada calle, callejón o zona verde con la cámara del celular siempre lista a capturar lo que sus personajes y espacios me dan…
Tengo varias cámaras profesionales pero me he dado cuenta de que la única forma de crear una verdadera línea de tiempo es apostándole a la cámara del celular, la que siempre cargamos, la que va con nosotros a cada esquina.
A veces miro hacia arriba, a veces al frente, a veces de lado, no importa el ángulo, el encuadre o que tan enfocada esté, lo importante al final es la historia -de otros o mía- que hay detrás de cada imagen.
No pretendo dejar otra cosa que una línea de tiempo de mis propias memorias visuales, de mis encuentros cotidianos, de todo lo que veo, observo, miro…