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El cine como excusa para encontrarse

El cine, y más que el cine lo que cuento en foto, texto o imagen en movimiento, ha sido siempre una excusa para (seguir intentando) encontrarme a mi mismo.

No es que no sepa quien soy ni para donde voy, al revés, a veces lo creo tener tener tan claro que me asusto; desde siempre he temido enormemente a creer tener todas las respuestas cuando en realidad me encanta vivir lleno de preguntas, dudas y saltos al vacío sin mayor paracaídas.

Acabo de estar 5 días en Cartagena participando en el Tercer Taller de Festivales de Cine de “Encuentros Cartagena” -excelentemente organizado por la Dirección de Cinematografia de Mincultura en el FICCI- representando el Festival de Cine Creative Commons Barranquilla y Bogotá, uno de esos puntos de encuentro que me he inventado para seguir aprendiendo de todos los que entienden que las nuevas narraciones piden a gritos nuevas pantallas.

El taller fue un espacio interesante, lleno de aprendizajes, donde se conoció gente súper interesante y proyectos magníficos que me hacen entender algo que he pensado siempre: El que no hace es porque no quiere…

Pero la verdadera revolución no sucede siempre en el espacio a donde uno va, sino en los espacios que uno se tropieza, por eso me devuelvo de Cartagena lleno de fotos, lleno de ideas pero sobre todo de unas pocas certezas y de muchas preguntas.

Caminar por Cartagena, tranquilo, sin muchos de los afanes que enredan la vida y le quitan fuerza y casi que ahogan a tus historias me permitió aclarar -un poco más- mi necesidad -urgente, vital, potente- de narrar, de contarme, de explorar en mi propia narración de lo cotidiano como una búsqueda desenfrenada y caótica por entender a los que me rodean pero sobre todo a mi mismo.

Me quedo con esta frase de Rubén Mendoza (LSDS, Tierra en la Lengua, etc.), “… Uno no entrega las películas con manual, ellas son el manual mismo. En el fondo porque uno no debe salir de verlas con respuestas sino con preguntas.”

Es que uno mismo no tiene manual, uno (y sus relatos) es el manual mismo…

A seguir retratando la vida a 24/25/30 FPS, porque la película es no dejar de pedalear…

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¿Por qué hago cine?: Luis Ospina

Porque soy muy nervioso para robar,
Porque detrás de la cámara oculto mi timidez.
Hago cine por terquedad,
Por la persistencia de la visión.
El cine es una fijación
De emociones en emulsiones.
El cine es una revelación
De lo negativo a lo positivo.
Para hacer cine hay que tener fe.
En el cine, fe es creer en lo que no se ha revelado.
El cine es un misterio gozoso, es la alquimia, la bolsa negra.
Es el oficio de tinieblas del siglo XX.
Para hacer cine hay que tener vocación
Porque produce hábito.
El cine es creación y re-creación.
Hago cine en el Tercer Mundo para encontrar el plano sur-americano capaz de revelar nuestra imagen subdesarrollada.

Cada año…

Cada año que pasa entiendo menos y trato de divertirme más. Cada año que pasa disfruto mucho más seguir alerta, en reinvención constante, en esa búsqueda constante de entrar y salir de la zona de tranquilidad.

Cada año que pasa pierdo más el miedo a mis propios miedos, a tropezarme, a cantar, reír, bailar, desconocer y observar sin parar…

¿Qué es estar vivo?  esa ha sido la pregunta  constante de mi último año, ¿la respuesta? preguntarme cada día qué tan enorme es el mundo en el que estoy, responderme y aun así seguir queriendo más y más retos…

Este fue, póngale la firma, el año de lograr entender que a veces es necesario perder la cabeza para recobrar el juicio, aunque -afortunadamente- nunca se recobre por completo.

Por eso -robando la idea a Eduardo Galeano- confirmé que si los científicos dicen que estamos hechos de átomos, yo les digo que, que va,  estamos hechos es de puras historias, historias vivas, orgánicas, intensas, llenas de energía…

Este año empecé a escribir varias historias y caminos nuevos en mi vida, historias que  me motivan, historias que me hacen sonreír cada día, que me mantienen con la imaginación puesta en el futuro pero con la cabeza atada al presente más cercano, al ahora, al “Vamos pa’ esa”… (Gracias Martina, Gracias Yeli).

Este año he empezado a entender que en las motivaciones y en la historia personal de lo que contamos es donde surge nuestra película.

No tengo ninguna duda, todas nuestras grandes narraciones son travesías cargadas de obstáculos a superar y de grandes caminos a recorrer…

Ya son 32 y yo me siento más vivo que nunca…

want to buy prednisone Es que cuando ya has saltado ¿Quien te puede parar?

 

Caminando…

Camino bajo el sol de mediodía, sol corroncho de mediodía le dicen, de Curramba, La Arenosa, Barranquilla La Bella. No acostumbro a caminar mucho por la ciudad, los afanes del día a día me han alejado de esa terapia necesaria.

Me tropiezo con el obrero, con el oficinista, con la enfermera y con la secretaria. Cada uno me cuenta una historia, cada uno me mira y me dice cosas al oído.

El obrero me dice que la jornada estuvo pesada, que su jefe lo mando al carajo un par de veces y que cree que su mujer le pega los cachos con el cachaco de la esquina, que el almuerzo le supo a mierda y que su hijo no quiere ir a estudiar, aun así me cuenta que está feliz porque está esperando un hijo (dudas, malditas dudas), que el último mes ha entendido tres cosas de la vida y que hace poco retomó el contacto con su viejo que hace rato no veía.

El oficinista lleva una risa de oreja a oreja, acaba de recibir un ascenso, el jefe le aplaudió dos ideas y le celebró tres más, está posicionado en su área como nunca antes, la secretaria de gerencia le está haciendo ojitos y ayer se echó un polvo, en el baño de servicio que no es lo mismo, con la de contabilidad, aun así en el fondo de su corazón cree que algo malo viene, no entiende el porqué, no sabe para donde va todo, pero tiene una mala vibra, es como con las brujas, no cree en ellas pero de que las hay las hay…

La enfermera viene de poner una inyección a un viejo verde que le intento agarrarle el culo, eso que normalmente le molestaría hoy le ha dado risa, esta mañana se levantó de buen animo, entendió que todo es más fácil si se mira desde la óptica adecuada, que vengan y le agarren el culo es lo menos malo que el puede pasar hoy. Quizás esa prueba de embarazo negativa que dejó en el baño esta mañana puede tener algo que ver…

La secretaria, la secre o Lully trae un rostro inexpresivo, le pregunto que debo entender de su cara y me dice, piensa lo que te de la gana, me es igual. Excelente, ya ahora hay una actitud. le digo que el pintalabios se le corrió y que una media está rota, voltea, me mira fijamente y me dice, no es la forma imbécil, es el fondo. Me quedo de piedra. Parece un deja vu.

Me paro en la esquina, un semáforo destartalado me dice, ROJO, ten cuidado, AMARILLO, está atento, VERDE, adelante, keep walking, keep dreaming, keep doing, dale Jhonie, dale…

Me acuerdo de Melendi…



Voy caminando por la vida, con pausa, pero sin prisas
procurando no hacer ruido, vestio con una sonrisa, sin complejo ni temores, canto rumbas de colores y el llorar no me hace daño siempre (y) cuando tu no llores…

 

De la A a la Z

Siempre he pensado que es mejor vivir con más dudas que certezas, el que sólo tiene certezas le doy mi mas sentido pésame, tener sólo certezas nos hace retirarnos de la experimentación, nos vuelve seres exactos sin posibilidades de reinvención y eso no lo quiero para mi.

Lo tengo claro, hay cosas tristes y (no) saber lo que uno quiere. Lo que uno quiere de la vida, del amor, del trabajo o de (escriba acá su leitmotiv, su razón fundamental para (no) despertarse cada día)

Pero resulta que lo complicado no es saber lo que se quiere o lo que no se quiere, lo complicado es lograr establecer un equilibrio, el bendito equilibrio, entre lo que importa y lo que no.

Y yo decidí hace ya un tiempo que las cosas que importaban no siempre tenían que ser las que quería y eso no tiene la más mínima lógica pero así de ilógico se vuelve uno con los años, con el paso de los calendarios, con el cambio de milenio, la caída del pelo y la subida del dolar. Esto suena a trabalengua… y de hecho lo es.

Y funciona así basicamente porque pretender guiar nuestra vida al ritmo de lo ilógico muchas veces nos lleva a ser los más lógicos de este mundo, es como aquel que intenta ir de loco por la vida, yo el primero, y al final se vuelve el más cuerdo, el más cuadriculado de este vividero que llaman tierra.

Algunos dicen que el mejor siquiatra es la hoja en blanco, escribir nos hace libres y sino al menos nos permite soltar toda nuestra mierda en finas capsulas del abecedario. Ir de la A a la Z a toda velocidad sin pararnos a pensar significados, simbolos ni signos, maricadas de esas aprendidas en una lejana clase de semiótica en las que uno cree que se define lo que somos, pensamos y sentimos.

A mi me gusta(ba) escribir, me siento comodo aunque, tal y como con los deportes, sea un vicio de esos en los que practico y practico pero en los que nunca termino de dar pie con bola, literalmente.

Me tomo una cerveza, mando un beso por correo electrónico, corrijo dos tildes, me rasco la oreja y cierro el portatil, ya me hice mi noche, ya le di tres vueltas a mis ideas y, una vez más, vuelvo a estar tranquilo.

Preguntarme cosas, reirme de mis pendejadas, repasar mis rollos mentales siempre me deja con una risa, con una gran risa en la cara, en esa cara que quiere decir con toda la fuerza de su expresión A, B, C, D… Z.

Yo me entiendo… ni tan loco ni tan cuerdo, ese es el verdadero equilibrio que me gusta buscar.

Miedo a escribir

“El arte empuja la locura a sus límites sin cesar” Foucault

Hubo una época, en un lejano país en una lejana versión de lo que soy en la que escribir era para mi no un interés, un hobby, la excusa para ir de poeta maldito ni la tarea de los fines de semana… era una necesidad.
Pasó el tiempo, pasaron los kilómetros, se acortaron las distancias y se bajó el telón.

Escribir se volvió doloroso. Se volvió una herramienta anacrónica usada en el pasado simplemente para drenar y drenar tantos fantasmas como el corazón quisiera o pudiera en ese momento.

Me obsesioné con dejar los espacios de mi sentir a las miradas más literales, a miradas más entendibles, entendidas, ¿por quien? por mi, muchas veces, por otros, otras más, miradas en movimiento, a full HD pero en slow motion, carentes de significación real, al menos no tan real como quería creer que eran, que son.

Cada vez que escribo pienso, cada vez que pienso escribo, un circulo vicioso mediado por la hoja en blanco, pero todo pasa por dejar de creerme las mascaras que he creado, por dejar un espacio para permitirme tocar, sentir, conectar, vivir ese dolor de lo real, de lo cercano, de lo verdadero.

Intento pensar en donde empezó todo y no lo encuentro, todo se tropieza en ese momento, el momento del click, en donde empezó esa loca, a veces desesperada, a veces esperanzadora y constante búsqueda expresiva que se ha vuelto un caos que al fin y al cabo no es nada y es todo, es simplemente un disparador.

Lo más complicado es desconectar un momento y no sentir lo molesto que es quitarse las mascaras constantes de fortaleza pero sirve para entender(nos).

Y toca hacer los cambios que toque hacer. Se siente, los cambios remueven estructuras y con una vida marcada por cambios constantes, por la reinvencion como estilo de vida, como ha sido la mía se sienten más.

Por eso, por todas esas ideas que dan tantas vueltas es que tengo miedo de escribir, por eso, por todas esas ideas es que tengo ganas de vivir… y sentir.

Por alguna inexplicable razón me acorde de esto que escribí hace ya un tiempo…

“C. en Beirut corre para que no lo alcancen las bombas y poder llegar sano y salvo a ver la TV; D. en Toronto va y viene del supermercado comprando y comprando sin parar, nada que hacer lo ha absorbido el consumismo; F. en Milán mira pasar una y otra modelo en la mayor pasarela, la calle, y maldice su suerte por no ser tan agraciada; H. en New York corre por la 5ta avenida con su Ipod a todo volumen esquivando coches y buscando su camino; L. en Porto camina lentamente por la orilla del Río Duero camino a su reunión de A.A. mientras barcazas cargadas de toneles de vino le hacen el quite; G. en Bogotá observa embelesado la vitrina mas cara del Andino mientras la mano dentro del bolsillo no para de acariciar su único billete de 10 mil pesos; P. en París suspira frente a la Torre Eiffel mientras busca en el listado de contactos amorosos de Le Monde; Q. en Venecia para una góndola pidiendo un cantante y le sale un marino mercante, P. en Santa Marta hace un amague, da una gambeta y mete el gol mientras oye en su mente pitan pitan pitan y sueña con llegar a Pibe o al menos salir de Pescaito; A. en Berlín tropieza una piedra cercana al muro y se imagina que es un fragmento de esa libertad prometida.”

Y mientras tanto yo en Barcelona, miro el atardecer que cae, me tomo una cerveza y me voy a dormir.

¿Tanto nos cuesta aceptar que no somos el centro del universo?

“Todo lo que puede ser imaginado es real.” Picasso

 

Agítese antes de servir…

Dame feeling, give me some patatas bravas. Quiero parlar una mica extraño today. Sé que puc parlar en catalá, inglés o francés.

No quiero vivir cerca de las ramblas y un guiri no quiero ser.Quiero llenar Barcelona de graffities y my words say. Dame dame dame todo el power… Beats, move on, deja de joder, no seas gilipollas, toca una canción, corre…

Y olé.

La vida inventada

Josh es hungaro, es director de cine, al menos eso le ha dicho a la mexicana que acaba de conocer en el bar.

Ella esta encantada con su look bohemio y sus ojos claros, el le habla de su carrera en la industria audiovisual ella le habla de tonterías, lo que ella no sabe es que las únicas historias que cuenta son las que inventa a su familia: Que está estudiando en una reconocida academia, que trabaja y que tiene novia catalana.

TODO es mentira.

En realidad él está simplemente pasándola de puta madre living la vida en BarceloCa.