Jackie era alta, tenía el pelo rizado y un rostro redondo y lleno de expresión que iluminaba cualquier sitio donde llegará con una simple sonrisa.
Jackie era periodista, me dicen que muy buena y aplicada, le gustaba la radio y su voz al parecer era melodiosa y agradable.
No he visto, leído o escuchado nunca ninguna de sus historias, de hecho en mi cabeza sólo hay una única imagen, un único recuerdo real con ella y aunque quisiera tener más sólo tengo este, sencillo, simple y casi vacío…
Fue por allá en 1985, en un restaurante en el Edificio Iroka de mi Santa Marta natal. Había unas sillas rojas de madera forradas en plástico muy altas, tan altas que separaban cada mesa y sus ocupantes, creo que había gente alrededor pero no estoy seguro ni me interesa….
La memoria y los recuerdos suelen ser borrosos, sólo sé que en este hay un restaurante de sillas rojas, ella, yo y una hamburguesa, no sé o más bien no recuerdo que me contó, de qué hablamos o qué hizo, pero sé que reíamos, si, sé que reíamos sin parar una y otra vez.
Jackie o Jaquelin era mi tía materna, ella murió hace muchos años -29 para ser más exacto- en un absurdo accidente de tránsito en la carretera de Barranquilla a Santa Marta cuando volvía con un grupo de colegas de cumplir con un trabajo; yo apenas tenía 5 años y aún así la recuerdo como alguien especial, como alguien que me quiso, que me dio todo su cariño y amor siempre que pudo.
Hoy en particular si estuviera viva cumpliría 52 años y escarbando en mi memoria, en mis nostalgias, en mis recuerdos apareció ella, aparecieron esas sillas rojas, aparecieron esas risas…
Creo que para narrar necesitamos tres cosas: Intuición, técnica y emoción; no sé porqué, pero siempre he sentido que a ella le debo gran parte de la emoción que soy capaz de conseguir y de explorar, que de una forma extraña ella ha sido quien me ha guiado por este camino de ver, observar, mirar y sobre todo contar…
Nos contamos desde lo que somos y vivimos, pero sobre todo desde lo que recordamos…