Nada, nada…

Desde que tenía 6 años su padre le enseñó a nadar, en aguas tranquilas, en aguas turbulentas, en aguas turbias y  en aguas claras.

Más adelante te servirá, le decía el padre mientras desde la orilla de aquel lejano río en la más lejana Mauritania perdía la vista hacia el otro lado donde veía su futuro, su prometedor futuro.

El niño nadó, nadó y nadó, su piel oscura y su cabello corto y rizado poco se veían afectados por el sol. Una y otra vez nadó, no entendía bien para que debía saber nadar tan bien, nunca iría a unos juegos olímpico, es más no sabia que eran los juegos olímpicos, ni tenía piscina en casa en donde demostrar sus dotes de delfín, ni siquiera pertenecía a un exclusivo club en donde podría conquistar a una linda niña de la high class con sus elegantes brazadas, pero el nadó.

Tanto se preguntó para que debía saber nadar que al final se le olvidó y un día abrió los ojos y vio que no había servido para nada, la gigantesca barca llegó sin problemas a tierra española, no se hundió como hubiera podido ocurrir dada la gran cantidad de inmigrantes que pretendían alcanzar  su sueño en las costas españolas y no tuvo que nadar.

Entonces entendió, debía saber nadar para no salir en los periódicos como otro de los muchos inmigrantes que cada cierto tiempo mueren intentando comer mierda de este lado del charco porque la mierda en España sabe mejor que la mierda en Mauritania, o eso deben pensar ellos.

Lastima, al final si salió en los periódicos porque su cayuco fue el más grande de los últimos 14 años y un cayuco así no pasa desapercibido.

Offside
Es que el proceso de inmigración de uno es una pendejada en comparación…