Casi siempre cada día empieza con algunas imágenes estandard: un mirada entrecerrada a un techo blanco, blanco, la pantalla del celular que brilla, baldosas color marrón opaco…
Hoy es festivo, las imágenes cambian, en la cama la ropa espera ser guardada en la maleta, me asomo a la ventana y se ve el árbol de cayena y las flores recientes moviéndose al ritmo de la brisa. El citófono suena mi pana se queja, ah no eso es otra cosa, llega el puertaapuerta por mi. La samaria me espera.
Entro al reducido transporte, dos mujeres mayores conversan, una niña linda, preciosa, habla por celular, un tipo duerme a pierna suelta, un par de niños gritan y me miran con cara de pocos amigos, me siento delante.
Imágenes del camino, carretera, vendedores de rosquitas, almojábanas, bebidas, la ciénaga grande en todo su esplendor, pasa algún pelícano y una garza se atraviesa obligando al conductor a esquivarla. Tropezamos Ciénaga, pueblo caliente y poco agraciado con sus vendedores de pescado y camarones, con sus mototaxis y sus olores.
Se ve, al fin el mar samario, en la Drumond un par de grúas descarga carbón sin parar. Llego a mi apto desempaco y salgo al balcón, veo el mar, motos acuáticas, desde mi mirada alta y reservada diviso a un grupo de cachacos rumbo a su paraíso, el mar caribe.
Tarde de charlas varias con Chivi, la piscina me pica el ojo pero tanta brisa me impide disfrutar de un baño, no me impide disfrutar de las dos morenas en bikini que aparecen rodeadas de coloridos pareos y dos novios de repuesto. Miro y admiro el cielo, está opaco, cae el poco sol en un atardecer majestuoso, colorido, inesperado.
Me subo a una buseta, rumbo al centro samario, en el camino se para el tráfico por un gran accidente, una moto contra un gran camión, pelea de tigre con burro amarrado, la moto queda irreconocible.
Llego a la casa, saludo a mis abuelos, pese a ser un día festivo veo las mismas imágenes de siempre de mi cuadra de infancia, el vendedor de minutos a celular, el peluquero que camina con movimientos descarados para simular una feminidad inexistente, el puesto de perros calientes co Jimmy y su parsimonia, los bebedores de cerveza sentados jugando un domino en donde Borinque, gente paseando en bicicleta y un perro que caga en frente de mi casa.
Veo llegar a amigos y amigas, caminamos rumbo al centro histórico, la calles están llenas de gente con sus mejores galas, llegamos a la entrada de la discoteca, unas grandes luces de neón me ciegan, un niño hambriento, descalzo, sucio, triste, a la espera de un milagro nos pide plata que le permita comprar un poco más de esa droga que lo hará VER lo que quiere VER.
Cuerpos sudando, danzando, tomando, besando, sintiendo, se sube un barman a la barra y hace un juego de luces con fuego y gas de una botella, sonrisas de todos, la música lleva el ritmo de las imágenes ¿o será al revés?.
Las imágenes nos buscan, nosotros escaneamos el día a día en simples pedazos visuales, nos encontramos el contexto de cada día dividido en fragmentos visuales que disfrutamos u odiamos, sentimos, vivimos, observamos, vemos.
Terminamos, cansados, con la luna encima, la imagen final son tres niñas, falda a la moda y belleza matadora en tremenda borrachera, me viene a la mente Carlos Vives…
Que tiene la noche cósmica virtud
Que envuelve mi cuerpo de una mágica inquietud
Que tiene la gente que tiene este lugar
Que tiene mi negra que no la puedo olvidar
Tiene en sus amores propiedades milagrosas y una miradita
Que me antoja deliciosa, tiene en la cumbiamba una cadencia misteriosa
Y una cancioncita que se vuelve pegajosa
Que tiene la noche que alos hombres enloquece
Unos labios rojos esperando que los besen
Que tienen los hombres después en la mañanita
Un amor que sueña desojando margaritas…