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El mejor antídoto es la memoria

Para recordar…

El mejor antídoto para sobrevivir es hacer memoria, recordar como nos hemos reflejado en imagen en tiempos pasados, escarbar en esos breves destellos de algo, recordar que nuestro ADN, nuestra verdadera esencia no cambia…

Si, para recordar sólo hay que poner el corazón por delante…

“Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero en realidad estamos hechos de historias” Eduardo Galeano

Denle al play…

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365 #Microvidas en 2014

Sulya Observar el entorno, no dejar pasar los detalles que nos rodean, reconocer AL OTRO, capturar -en texto, audio, foto o video- todos los microrelatos que se mueven de esquina a esquina… Esa es la esencia de las #microvidas, un experimento creativo que empecé de forma intuitiva en 2013 y que para 2014 englobaré dentro del esquema 365 en el Tumblr 365 #Microvidas.

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Me da un poco de vergüenza aceptarlo (ni tanta, a decir verdad) pero igual creo se percibe a simple vista. Vivo en un caos constante y todo el tiempo ando de un lugar a otro, terminando un proyecto o iniciando otro. Un caos un tanto organizado. Pero caos al fin y al cabo.

Hace un tiempo he descubierto el antídoto, la kryptonita para ese caos: Se llama observar.   http://circleplastics.co.uk/featured/multi-energy-saving-system-one/ La forma mas sencilla que he encontrado para bajarle el ritmo y la velocidad a cada día  (y a mi cabeza) es observar. Sea con la cabeza o sea con la cámara.  Da igual.

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Todas las  imágenes, estáticas o en movimiento, incluso mentales,  se han vuelto para mi un salvavidas, un espacio desde donde generar mi propia memoria de lo cotidiano; con una imagen nos identificamos, dejamos nuestra huella o generamos un espacio de memoria.

En 2010 desarrollé junto a un grupo de gente en diversas ciudades de Colombia y el mundo un reto creativo que se llamó Proyecto 365, la esencia era captar lo cotidiano, los momentos visuales que nos rodean en 365 vídeos, uno por cada día del año. Fueron 365 videos grabados en más de 15 ciudades de Colombia, Italia, España y Venezuela, un diario grabado de mis movimientos durante un año bastante intenso. (Pueden ver mis 365 videos en este link )

En el 2012 con el Colectivo CuatrOOjos hicimos un nuevo reto, el Sancocho de Ojo, 366 fotos, 366 nuevas miradas de lo cotidiano. Al final quedo una memoria visual de mas de 5000 fotos. (Pueden ver mis 366 fotos en este link)

Cada uno de estos fragmentos dentro de su simpleza son un retrato de la época en la que fueron grabados, una mirada a mi yo más íntimo como narrador, todo un álbum de recuerdos en movimiento; todo un mapa de recuerdos de estos años, un modo de recordar y recordarme…

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Piénsenlo, nosotros no somos nuestro equipo de fútbol, la religión que profesamos, nuestro partido político o la música que escuchamos; nuestro verdadero ADN está en las historias que contamos.

Mi invitación es a que cuando salgan de acá empiecen a mirar a su alrededor, observen lo cotidiano, dejen que estas imágenes y sonidos se vuelvan parte de lo que todos ustedes son como personas… Y sobre todo, de lo que cuentan… 

Espero sus #microvidas en el 2014 ¿alguien se apunta?

Nos vemos en http://365microvidas.tumblr.com/

 

Caminando…

Camino bajo el sol de mediodía, sol corroncho de mediodía le dicen, de Curramba, La Arenosa, Barranquilla La Bella. No acostumbro a caminar mucho por la ciudad, los afanes del día a día me han alejado de esa terapia necesaria.

Me tropiezo con el obrero, con el oficinista, con la enfermera y con la secretaria. Cada uno me cuenta una historia, cada uno me mira y me dice cosas al oído.

El obrero me dice que la jornada estuvo pesada, que su jefe lo mando al carajo un par de veces y que cree que su mujer le pega los cachos con el cachaco de la esquina, que el almuerzo le supo a mierda y que su hijo no quiere ir a estudiar, aun así me cuenta que está feliz porque está esperando un hijo (dudas, malditas dudas), que el último mes ha entendido tres cosas de la vida y que hace poco retomó el contacto con su viejo que hace rato no veía.

El oficinista lleva una risa de oreja a oreja, acaba de recibir un ascenso, el jefe le aplaudió dos ideas y le celebró tres más, está posicionado en su área como nunca antes, la secretaria de gerencia le está haciendo ojitos y ayer se echó un polvo, en el baño de servicio que no es lo mismo, con la de contabilidad, aun así en el fondo de su corazón cree que algo malo viene, no entiende el porqué, no sabe para donde va todo, pero tiene una mala vibra, es como con las brujas, no cree en ellas pero de que las hay las hay…

La enfermera viene de poner una inyección a un viejo verde que le intento agarrarle el culo, eso que normalmente le molestaría hoy le ha dado risa, esta mañana se levantó de buen animo, entendió que todo es más fácil si se mira desde la óptica adecuada, que vengan y le agarren el culo es lo menos malo que el puede pasar hoy. Quizás esa prueba de embarazo negativa que dejó en el baño esta mañana puede tener algo que ver…

La secretaria, la secre o Lully trae un rostro inexpresivo, le pregunto que debo entender de su cara y me dice, piensa lo que te de la gana, me es igual. Excelente, ya ahora hay una actitud. le digo que el pintalabios se le corrió y que una media está rota, voltea, me mira fijamente y me dice, no es la forma imbécil, es el fondo. Me quedo de piedra. Parece un deja vu.

Me paro en la esquina, un semáforo destartalado me dice, ROJO, ten cuidado, AMARILLO, está atento, VERDE, adelante, keep walking, keep dreaming, keep doing, dale Jhonie, dale…

Me acuerdo de Melendi…



Voy caminando por la vida, con pausa, pero sin prisas
procurando no hacer ruido, vestio con una sonrisa, sin complejo ni temores, canto rumbas de colores y el llorar no me hace daño siempre (y) cuando tu no llores…

 

¿Y yo que culpa?

En la puerta del metro Fadul, rostro demacrado, mirada perdida, manos destrozadas por el trabajo intenta hacer sentir lastima a la multitud, habla de hijos, de hambre, de responsabilidad, de sentimiento.

Hugh pasa a su lado, lo esquiva para no manchar su traje de 1000 euros y piensa para si mismo “Y yo que culpa.”

Y eso que apenas empieza la navidad.

La vida inventada

Josh es hungaro, es director de cine, al menos eso le ha dicho a la mexicana que acaba de conocer en el bar.

Ella esta encantada con su look bohemio y sus ojos claros, el le habla de su carrera en la industria audiovisual ella le habla de tonterías, lo que ella no sabe es que las únicas historias que cuenta son las que inventa a su familia: Que está estudiando en una reconocida academia, que trabaja y que tiene novia catalana.

TODO es mentira.

En realidad él está simplemente pasándola de puta madre living la vida en BarceloCa.

¿Loco yo? loco tu…

Las manos para aplaudir, las sensaciones para sentir, los oidos para experimentar, los ojos para crear.

Tantas ganas de sentir, pensar y crear que se quedan bloqueadas por simple pensamientos que no son mas que tiros al aire de un mal cazador.

Sueños, ¿eso qué es? sentimientos, ¿what are you talking about? creatividad, Je ne parle pas frances…

Locuras, extravagancias, extensas divergencias en un extraño mundo de sueños del que no nos levantamos porque nunca sabemos a que hora nos acostamos.

Credibilidad, marca, ideas, discursos,  nada es real, todo es mentira, todo es real nada es mentira, quien dice la verdad, quien dice la mentira, qué es verdad, qué es mentira?

Buen viento, la buena mar ya está…

 

El Parque Tayrona

Que si la magia, que si sus playas, que si la brisa y que si la luna, todas las palabras se quedan cortas para describir de manera correcta lo magnifico que es el Parque Tayrona.

El parque es un espacio de calma y liberación para mi y aunque cada vez se vaya volviendo más comercial y más sitio de vacaciones con las constantes hordas de turistas, sus espacios todavía limpios y naturales me hacen querer seguir yendo al menos una vez al año.

Esta vez el turno fue para el comienzo del año, ahí estuve con Joicy y David, caminando como locos nuevos, riéndonos al son de una botella de guaro y viendo el amanecer como si del último se tratara.

Ver todas las fotos en mi Flickr.

Ahh y de ñapa, si quieren ver un video del amanecer del Parque los invito a que se pongan cómodos y disfruten de este video que hice para el día 9 del Proyecto 365

 

Un día cualquiera…

Luces, cámara, acción, vuelve la burra al trigo… un nuevo día acaba de comenzar.

Es una de esas mañanas cualquieras, en una calle cualquiera, en Barranquilla, Colombia, Suramérica, la tierra, el sistema solar.

Pasa el del periódico y grita El Heraldo, El Heraldo, mientras chifla de una manera particular, el abanico no para de moverse mientras por la ventana entra la famosa brisa decembrina y en la radio se oye aquí suenaaaaa… En la cocina suena una licuadora, en la sala se cae una foto que dice “all you need is…” que adorna la pared como una especie de homenaje a 12 mil km y en el último cuarto, algo, alguien, ronca, profundo mientras sueña, decide, sopesa, si se queda con la rubia o con la morena.

En el 3er piso se oye un grito, la puerta no deja ver si es resultado de un polvo mañanero o de una tristeza cotidiana. El portero saluda, se despide con gran deferencia, ¿será real o fingido su no solicitado servilismo? Ni manera de saberlo. La calle es una selva de cemento, la ciudad nos vuelve salvajes.

El taxista se ríe en cada semáforo, los chistes están a flor de piel y escuchar la radio local tan plena de humor barato y popular lo hace menos complicado aun.

Empieza la vida real y la virtual al mismo tiempo. Desconectas la alarma, te sientas frente al computador y empiezas a digitar: informes, correos, frases de 140 caracteres, saludos, despedidas, ideas, proyectos, clases, el día se convierte en una espiral de letras y palabras que de una forma u otra nos hacen quienes somos.

El día pasa en una mezcla de afanes y lentitudes, te encuentras egos y te tropiezas grandezas, se estrellan ideales y se joden necios sin criterio, no es la idea, todo debe fluir, la vida no es complicada los complicados somos los seres humanos.

Se acaba el día, caminar por las calles nocturnas de una ciudad cualquiera, de un país cualquiera, con unos grillos cualquiera a nuestro lado suele ser una experiencia simple, cercana y sin ningún color ni sabor, es unir pasos hasta llegar de vuelta y vuelta, aterrizas, alunizas en tu luna, en tu satélite personal y ahí termina todo.

Hacemos tantas cosas iguales cada día, tantas rutinas repetidas que al final un dia cualquiera se parece a otro día cualquiera, sin importar forma ni fondo sin importar nada de nada. Afortunadamente cambiar cualquier mínimo detalle de esta narración diaria es contar una nueva historia y es lo que trato de hacer cada día.

Es simple, es mínimo, es lo que ocurre un día cualquiera, en una mente cualquiera, de una persona cualquiera…

La 21

El único lugar del mundo en el que me puedo sentar en la puerta de la casa en un mecedor de mimbre a ver pasar gente sin que sienta que estoy perdiendo el tiempo es en la 21, mi calle en Santa Marta, La Samaria, la Perla del Caribe, tierra de encantos y placeres, de ruido y de caos, de luz y color, de calor y lluvia, de tiempos lentos y afanes cotidianos.

Pasan vecinos que saludan con una mano levantada, pasa Pocalucha con tremendo guayabo  o Borinque con su caminar cansino, como pidiendo permiso a cada pie para dar el siguiente paso, pasa un vendedor de pasteles y chichas, otro de frutas y verduras, pasa pata e’ cumbia gritando coco de agua coco de agua y La Wilson mueve sus cadera con caminar coqueto y pose femenina, como si el movimiento de caderas lo volviera más mujer, como olvidando que el de arriba lo mando como hombre aunque en el camino se cambiara de carril. Me parece raro no escuchar a “fuera de mi, fuera de mi” pero seguro estará descansando de su última degustación de cañazo.

Cuento siete carros mal parqueados, un carro e’ mula lleno de carga, tres puestos de ventas de minutos a celular, una peluquería, dos puestos de jugos, un puesto de perros calientes, tres tiendas, una en cada esquina, dos de ellas denominadas “la última lagrima” pues su cercanía con el Cementerio San Miguel  las ha convertido en el espacio donde los dolientes recuerdan, al son de una cerveza bien fría, lo tan buenas personas que eran  los que acaban de enterrar.

Pasa una morena de culo grande, dos negritas vendedoras de alegría con cuerpos marcados, una señora a la que no le pasan los años sólo la luz y una amiga de años atrás que desde que se casó mando su belleza pal’ carajo. La mezcla de exóticos colores permite en una simple sentada darle un baile matutino al ojo, un baile justo y necesario… un baile sin acción ni reacción.

La 21 ya no es la misma calle en la que yo me crie, no sé exactamente cuál de todos los cambios no me permite sentirla ya del todo como “mi calle”, no sé si es todo el comercio que se ha generado a su alrededor, no sé si es la falta de niños jugando al fusilao, la lleva o un simple partido de futbol, no sé si es que ya somos pocos los vecinos originales, de toda la vida, que quedamos en la cuadra, no sé si no hay una razón específica y es simplemente una cuestión de desarraigo, de distancia temporal, mental y geográfica.

El tiempo en la 21 pasa lento, como en slow motion, como si no quisiera avanzar, como si se suspendiera su avance, como si se congelara, como si no se quisiera seguir contando la historia.

Sigo meciéndome, llega un amigo, saluda y se sienta en el bordillo a mi lado, empieza a echar sus cuentos y me dice “compadre sea lo que sea la 21 es la 21 y acá no se gana pero se goza” mientras suelta una enorme carcajada que no entiendo bien a qué se debe pero que se me pega como se pega la camisa al cuerpo por el calor excesivo.

Da igual, con su caos y sus ruidos, sus defectos y virtudes, su amanecer y sus colores, su lluvia y su calor, con todo… como me gusta la 21, como me gusta Santa Marta, como me gusta mi Perla…