Ya hace un año y medio que soy profesor, poder combinar la parte práctica de mi profesión a través de la Dirección de Uni5 TV, con la labor de formador, de facilitador de máximos o mínimos conocimientos con los que cuento me ha permitido crecer de una manera increíble como realizador audiovisual, como profesional en general y hasta como persona.
Aunque la docencia no es, sin duda, una profesión fácil y tiene muchos retos, considero que es una de las mejores formas de vivir en un constante proceso de aprendizaje, en una búsqueda cotidiana de ampliar lo que sabemos y lo que compartiremos con nuestros estudiantes.
En este año y medio han pasado por mis clases casi 500 alumnos, saber cuantos de esos me recordarán en un futuro a mi y y sobre todo lo que algún día intenté compartirles es uno de esos datos que no tengo ni quiero tener; aún así, saber que cada semestre más de uno sale de mi clase con las ganas de contar historias audiovisuales, con el interés por explorar la creatividad día a día y con la idea de que somos unos locos de la cámara y que esa es nuestra arma de expresión ya siento que todo ha valido la pena.
Son muchos aprendizajes, muchos y cada día sigo aprendiendo algo nuevo.
– A ser paciente.
– A entender que las excusas más increíbles a veces pueden ser verdad.– Que no hay estudiantes brutos sino con poco interés.
– Que no hay poco interés sino poca pasión.
– Que las locuras de los alumnos pueden sacar carcajadas.
– Que reírse con los alumnos y reírse de uno mismo es la mejor manera de romper el hielo.
– Que que te digan “Alejo” y no profe no significa nada a la hora de mantener el respeto utuo.
– Que si se da confianza se recibe confianza.
– Que el respeto se gana a punta de pasón y conocimiento no de regaños y gritos.
– Que exigir puntualidad y no darla es incoherente.
– Que las notas no importan un carajo y lo que importa es la verdadera dedicación e nterés.
Que se pueden contar historias desde la primera clase.
– Que somos seres audiovisuales con mil cosas por contar.
– Que ser ‘el profesor cuchilla’ no es una opción, dejemos eso a los profesionales.
– Que me gusta compartir lo que sé y aprender lo que ellos saben.
– Que no me interesa obligar a nadie a que aprenda nada.
– Que prefiero dejarles dudas que imponerles certezas.
– Que san google es excelente para pillar plagios.
– Que en un curso con 30 alumnos hay 60 pareces distintos.
– Que calificar parciales es la labor más ingrata de este mundo.
– Que si uno sabe llegarles a los estudiantes se pueden encarretar hasta con una clase de política bielorrusa y sus acciones en la crisis de la leche.
– Que no quiero robots que reciten teorías sino gente con ganas de contar historias con otra mirada.
– Que payasear un poco, actuar breves fragmentos audiovisuales, que quitarse la armazón de “el profesor” permite llegar más fácil a los conceptos.
– Que no hay nada más efectivo para que un salón quede en silencio que la frase “saquen una hoja” lo cual aunque incoherente con otros aprendizajes a veces sirve para evitarse envejecer antes de tiempo.
– Que me falta mucho por aprender, que apenas estoy empezando y que lo más importante en esta locura de la enseñanza no es hacia donde voy sino el camino que se está recorriendo.
Hay tantos aprendizajes que sólo me queda dar gracias a mi profesión, a la vida, a las circunstancias, a todo lo que ha permitido que aquella profesión que nunca pensé que ejercería, la docencia, sea hoy una de las causas de vivir cada día con una sonrisa en la cara y la cabeza a millón maquinando nuevas formas de enseñar, de compartir, de potenciar esas locas ideas que trae cada uno de ellos.
“Si quieres aprender enseña” Marco Tulio