Una experiencia distinta: Toma de Yagé
Ya llevaba media hora salivando y aunque la mente me lo pedía el cuerpo no lo hacia, sentía mi boca llena de saliva y la tragaba. Hasta que llegó el momento en que sentí en que algo o alguien me dijo que ya era hora de vomitar y permitir que el efecto se magnificara; me levanté lo más rápido que pude de la hamaca y casi cayéndome llegué al césped en donde vomité durante unos 5 minutos… y ahí empezó el viaje, MI VIAJE CON EL YAGÉ.
Pero no, el viaje había empezado antes.
La Llegada
9 PM. Una casa finca ubicada detrás del Sena de Gaira. En el kiosco central se reunían 25 personas: 14 mujeres, 7 hombres y 4 niños. Todos conversaban en voz baja, ya habíamos armado la hamaca y la estera que más tarde nos servirían para vivir “el viaje”. A las 10 PM llegó la persona que nos guiaría durante el ritual: el Taita Florentino Agreda, médico tradicional de la comunidad Kathentsa del Alto Putumayo con más de 20 años de experiencia en el uso del Yagé y otras plantas medicinales.
Cómo había terminado yo, poco creyente y escéptico en demasía de este tipo de rituales y procedimientos, en un evento de estos es fácil de explicar teniendo en cuenta que una persona muy cercana y especial -quien ya lo ha hecho varias veces- me invitó a compartirlo con ella y no pude quise dejar de experimentarlo.
Fue así como durante la silenciosa espera del inicio del ritual aproveche para preguntarle el porqué, el cual y el cómo de todo el rito. El cual y el cómo ya lo iría viendo yo mismo , el porqués simplemente me lo reflejo como una manera interior de buscar todo aquello que la realidad real le esconde al subconsciente; a decir verdad dicha explicación no fue lo suficientemente clara para mi, pero como buen novato decidí esperar a ver que me encontraba.
El comienzo del ritual
Estábamos todos sentados en un círculo de sillas que presidía el Taita Florentino quien lentamente fue mezclando en un balde el jugo de limones que exprimía con destreza con otras hierbas y polvos que sacaba de su maleta, luego invitó primero a las mujeres y después a los hombres a que uno por uno pasaran a buscar un vaso del liquido resultante y un pedazo de jabón. Después cada grupo por separado fuimos a un claro de la casa- finca y ahí nos desnudamos, nos untamos con el liquido todo el cuerpo y después – con una manguera ubicada para la ocasión- no dimos un baño que teniendo en cuenta el calor reinante vino bastante bien. Empapados volvimos al kiosco y al tenor de los comentarios diversos del Taita y del humo del tabaco que fumaban algunos de los alumnos más aventajados, tomamos una vela, la encendimos y la ubicamos con mucho cuidado dentro de los predios de la finca. Volvimos a ubicarnos en nuestros asientos y empezó la esperada repartición del Yagé.
A todas estas Uds. Se preguntarán qué es exactamente el Yagé, de manera rápida se podría decir que es un brebaje hecho de la unión de varias plantas medicinales, en especial de una llamada Ayahuasca y el cual ha sido usado desde tiempo atrás para una búsqueda interna y una marcada y necesaria liberación de las emociones.
El Taita Florentino fue pasándonos uno a uno las tazas con el brebaje listo para ser consumido y aunque las advertencias de mi acompañante y las caras de desagrado de los que lo tomaron antes que yo me habían prevenido sobre su desagradable sabor la verdad es que no supo tan mal, de pronto como un vino mal añejado; así que al brindis de “salud y buena pinta” tuve mi bautizo con el Yagé. Después apagaron las luces y empezó el ritual interno, ya cada quien pasaba a experimentar sólo los efectos del mismo.
Hubo quienes apenas bebieron su taza experimentaron la parte física del mismo (al ser una mezcla de plantas medicinales actúa como purgante) y empezaron a vomitar, otros simplemente se sentaron y siguieron hablando, yo por mi parte me fui directo a mi hamaca a esperar y ver que pasaba o que sentía bajo los efectos de esta nueva experiencia.
Los efectos
– ¿Te sientes bien? – me preguntó mi –experta en estas lides- acompañante.
Yo acababa de vomitar y me sentaba lentamente en la hamaca.
– Pues más o menos, siento que todo pasa en cámara lenta– le respondí con un hablado lento en extremo y poco habitual en mi.
– Es normal, además como te la has pasado durmiendo es lógico que sientas todo lento…
Ahí reaccioné bastante acelerado.
– Un momento, un momento… yo no me la he pasado durmiendo, si desde que me acosté me la he pasado viendo el techo y he visto y sentido al máximo todo lo que ha estado pasando a mi alrededor: oía los lamentos de la señora del kiosco que al parecer le cayó muy mal el brebaje, oía el sonido del vomito de varios que les tardó un poco más en hacer efecto, oía el sonar de los tambores y la guitarra que tocaba el taita con sus aprendices incluso tenía como un taladro en mi cabeza el sonido de los grillos.
Mi acompañante sonrió con agrado.
– Entonces tu primera experiencia ha sido más que exitosa. Tu exterior estaba dormido, yo lo pude ver, ver como dormías profundamente, pero tu yo interno estaba conciente y por los efectos del Yagé tenías los sentidos magnificados.
Mierda… yo que nunca he consumido sustancias alucinógenas no estaba acostumbrado a la sensación de adormecimiento de todo el cuerpo y sobre todo a la sensación de liberación y dejadez mental que tenía, una sensación que tenía mucho tiempo que no lograba sentir pues por diversas razones siempre tenia la mente funcionando y aquí pude tener una liberación total.
A decir verdad es indescriptible todo lo que viví y aunque no tuve “pintas” que es como llaman a los vivos colores que ven en “el viaje” aquellos que ya han experimentado varias veces con el Yagé si tuve muchos momentos de auto-interrogación en los que me pregunté cosas que ni sabía que estaban por ahí , así como durante la conversación que tuve con mi acompañante busque y rebusqué en sensaciones y sentimientos , inclusive un par de veces las emociones inducidas por el ritual fueron tan fuertes que causó un llanto incontenible y aunque mi yo real no creía ni quería llorar mi yo autoinducido por las emociones del brebaje merecía y veía necesario llorar. Una y otra vez le comenté a mi acompañante las cosas que percibía y las cosas que sentía a mí alrededor. A veces me miraba con extrañeza y a veces con emoción pues según me dijo lo normal es que en la primera toma la mayoría de la gente no sienta nada a nivel interno y más bien se vea reflejado a nivel físico (vomito, diarrea, etc.).
Seguimos hablando gran parte de la madrugada, hubo momentos en los que creía estar “cuerdo”, como si ya se hubiera acabado el efecto del “viaje” y por obra y gracia de los sonidos existentes volvía a caer en un estado de lentitud extrema.
Es impresionante ver como aun en ese estado de no pensamiento me seguía dominando mi fuerte manera de ser y había todo el tiempo un constante preguntar y dudar de todo y por todo pero una vez acostumbrado la rara sensación de libertad y locura unidas me sirvió para liberar, liberar, liberar, liberar, liberar….
Al final me quedé dormido y cuando me levanté ya estaban todos en el kiosco, ahí el Taita nos echó un líquido con muy buen olor en las manos y nos pidió lo untáramos en todo nuestro cuerpo. Mientras, todos contaban sus historias y el tipo y colores de las “pintas” que habían visto, lo que más me impresionó fue ver las vividas descripciones que de las suyas hacían los niños entre 12 y 15 año
s que también estaban en la toma.
Faltaba un último paso del ritual que era una especia de charla-rezo con el Taita Florentino pero ya mi cuota de locura y fervorosidad de ese fin de semana ya se había acabado, así que me despedí de todos y salí de ese extraño pero reconfortante espacio.
En serio, con esta experiencia me di cuenta que no soy tan loco como quisiera ser ni tan cuerdo como debería.
Esto es sólo una narración secuencial de algo 100% real (eso creo, y espero que no me engañen mis sentidos y mis recuerdos), un ritual totalmente respetable y aunque no comparto del todo algunas de sus prácticas respeto a quienes lo hacen e incluso a quienes lo tienen como forma de vida.
Para los interesados en el tema, un poco más de información aqui o aqui .
Offside
Sigo buscando UN NORTE