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Abran los ojos

Hoy traigo algunas ideas que son para ustedes pero también para mi…

Abran los ojos, mucho más de lo que creen que necesitan abrirlos. Ábranlos una y otra vez con curiosidad y sin temor. 

Escuchen todo lo que ocurre a su alrededor. El ruido del vendedor y los llantos de sus personajes, las ideas que les trae la música y los cantos de sirena. Escuchen con calma y mucha sensibilidad. No todo es imagen. El sonido dice mucho de nuestra historias.

No sé si se han dado cuenta pero “lo cotidiano” es una trampa. Hace parecer obvio todo lo que vemos y oímos, hace parecer que la realidad no tuviera historias por contarnos y si que tiene mucho -¡mucho!- por explorar.  Continue reading Abran los ojos

Caminando…

Camino bajo el sol de mediodía, sol corroncho de mediodía le dicen, de Curramba, La Arenosa, Barranquilla La Bella. No acostumbro a caminar mucho por la ciudad, los afanes del día a día me han alejado de esa terapia necesaria.

Me tropiezo con el obrero, con el oficinista, con la enfermera y con la secretaria. Cada uno me cuenta una historia, cada uno me mira y me dice cosas al oído.

El obrero me dice que la jornada estuvo pesada, que su jefe lo mando al carajo un par de veces y que cree que su mujer le pega los cachos con el cachaco de la esquina, que el almuerzo le supo a mierda y que su hijo no quiere ir a estudiar, aun así me cuenta que está feliz porque está esperando un hijo (dudas, malditas dudas), que el último mes ha entendido tres cosas de la vida y que hace poco retomó el contacto con su viejo que hace rato no veía.

El oficinista lleva una risa de oreja a oreja, acaba de recibir un ascenso, el jefe le aplaudió dos ideas y le celebró tres más, está posicionado en su área como nunca antes, la secretaria de gerencia le está haciendo ojitos y ayer se echó un polvo, en el baño de servicio que no es lo mismo, con la de contabilidad, aun así en el fondo de su corazón cree que algo malo viene, no entiende el porqué, no sabe para donde va todo, pero tiene una mala vibra, es como con las brujas, no cree en ellas pero de que las hay las hay…

La enfermera viene de poner una inyección a un viejo verde que le intento agarrarle el culo, eso que normalmente le molestaría hoy le ha dado risa, esta mañana se levantó de buen animo, entendió que todo es más fácil si se mira desde la óptica adecuada, que vengan y le agarren el culo es lo menos malo que el puede pasar hoy. Quizás esa prueba de embarazo negativa que dejó en el baño esta mañana puede tener algo que ver…

La secretaria, la secre o Lully trae un rostro inexpresivo, le pregunto que debo entender de su cara y me dice, piensa lo que te de la gana, me es igual. Excelente, ya ahora hay una actitud. le digo que el pintalabios se le corrió y que una media está rota, voltea, me mira fijamente y me dice, no es la forma imbécil, es el fondo. Me quedo de piedra. Parece un deja vu.

Me paro en la esquina, un semáforo destartalado me dice, ROJO, ten cuidado, AMARILLO, está atento, VERDE, adelante, keep walking, keep dreaming, keep doing, dale Jhonie, dale…

Me acuerdo de Melendi…



Voy caminando por la vida, con pausa, pero sin prisas
procurando no hacer ruido, vestio con una sonrisa, sin complejo ni temores, canto rumbas de colores y el llorar no me hace daño siempre (y) cuando tu no llores…

 

De la A a la Z

Siempre he pensado que es mejor vivir con más dudas que certezas, el que sólo tiene certezas le doy mi mas sentido pésame, tener sólo certezas nos hace retirarnos de la experimentación, nos vuelve seres exactos sin posibilidades de reinvención y eso no lo quiero para mi.

Lo tengo claro, hay cosas tristes y (no) saber lo que uno quiere. Lo que uno quiere de la vida, del amor, del trabajo o de (escriba acá su leitmotiv, su razón fundamental para (no) despertarse cada día)

Pero resulta que lo complicado no es saber lo que se quiere o lo que no se quiere, lo complicado es lograr establecer un equilibrio, el bendito equilibrio, entre lo que importa y lo que no.

Y yo decidí hace ya un tiempo que las cosas que importaban no siempre tenían que ser las que quería y eso no tiene la más mínima lógica pero así de ilógico se vuelve uno con los años, con el paso de los calendarios, con el cambio de milenio, la caída del pelo y la subida del dolar. Esto suena a trabalengua… y de hecho lo es.

Y funciona así basicamente porque pretender guiar nuestra vida al ritmo de lo ilógico muchas veces nos lleva a ser los más lógicos de este mundo, es como aquel que intenta ir de loco por la vida, yo el primero, y al final se vuelve el más cuerdo, el más cuadriculado de este vividero que llaman tierra.

Algunos dicen que el mejor siquiatra es la hoja en blanco, escribir nos hace libres y sino al menos nos permite soltar toda nuestra mierda en finas capsulas del abecedario. Ir de la A a la Z a toda velocidad sin pararnos a pensar significados, simbolos ni signos, maricadas de esas aprendidas en una lejana clase de semiótica en las que uno cree que se define lo que somos, pensamos y sentimos.

A mi me gusta(ba) escribir, me siento comodo aunque, tal y como con los deportes, sea un vicio de esos en los que practico y practico pero en los que nunca termino de dar pie con bola, literalmente.

Me tomo una cerveza, mando un beso por correo electrónico, corrijo dos tildes, me rasco la oreja y cierro el portatil, ya me hice mi noche, ya le di tres vueltas a mis ideas y, una vez más, vuelvo a estar tranquilo.

Preguntarme cosas, reirme de mis pendejadas, repasar mis rollos mentales siempre me deja con una risa, con una gran risa en la cara, en esa cara que quiere decir con toda la fuerza de su expresión A, B, C, D… Z.

Yo me entiendo… ni tan loco ni tan cuerdo, ese es el verdadero equilibrio que me gusta buscar.

Miedo a escribir

Jīwani “El arte empuja la locura a sus límites sin cesar” Foucault

Hubo una época, en un lejano país en una lejana versión de lo que soy en la que escribir era para mi no un interés, un hobby, la excusa para ir de poeta maldito ni la tarea de los fines de semana… era una necesidad.
Pasó el tiempo, pasaron los kilómetros, se acortaron las distancias y se bajó el telón.

Escribir se volvió doloroso. Se volvió una herramienta anacrónica usada en el pasado simplemente para drenar y drenar tantos fantasmas como el corazón quisiera o pudiera en ese momento.

Me obsesioné con dejar los espacios de mi sentir a las miradas más literales, a miradas más entendibles, entendidas, ¿por quien? por mi, muchas veces, por otros, otras más, miradas en movimiento, a full HD pero en slow motion, carentes de significación real, al menos no tan real como quería creer que eran, que son.

Cada vez que escribo pienso, cada vez que pienso escribo, un circulo vicioso mediado por la hoja en blanco, pero todo pasa por dejar de creerme las mascaras que he creado, por dejar un espacio para permitirme tocar, sentir, conectar, vivir ese dolor de lo real, de lo cercano, de lo verdadero.

Intento pensar en donde empezó todo y no lo encuentro, todo se tropieza en ese momento, el momento del click, en donde empezó esa loca, a veces desesperada, a veces esperanzadora y constante búsqueda expresiva que se ha vuelto un caos que al fin y al cabo no es nada y es todo, es simplemente un disparador.

Lo más complicado es desconectar un momento y no sentir lo molesto que es quitarse las mascaras constantes de fortaleza pero sirve para entender(nos).

Y toca hacer los cambios que toque hacer. Se siente, los cambios remueven estructuras y con una vida marcada por cambios constantes, por la reinvencion como estilo de vida, como ha sido la mía se sienten más.

can you buy prednisone online Por eso, por todas esas ideas que dan tantas vueltas es que tengo miedo de escribir, por eso, por todas esas ideas es que tengo ganas de vivir… y sentir.

Por alguna inexplicable razón me acorde de esto que escribí hace ya un tiempo…

“C. en Beirut corre para que no lo alcancen las bombas y poder llegar sano y salvo a ver la TV; D. en Toronto va y viene del supermercado comprando y comprando sin parar, nada que hacer lo ha absorbido el consumismo; F. en Milán mira pasar una y otra modelo en la mayor pasarela, la calle, y maldice su suerte por no ser tan agraciada; H. en New York corre por la 5ta avenida con su Ipod a todo volumen esquivando coches y buscando su camino; L. en Porto camina lentamente por la orilla del Río Duero camino a su reunión de A.A. mientras barcazas cargadas de toneles de vino le hacen el quite; G. en Bogotá observa embelesado la vitrina mas cara del Andino mientras la mano dentro del bolsillo no para de acariciar su único billete de 10 mil pesos; P. en París suspira frente a la Torre Eiffel mientras busca en el listado de contactos amorosos de Le Monde; Q. en Venecia para una góndola pidiendo un cantante y le sale un marino mercante, P. en Santa Marta hace un amague, da una gambeta y mete el gol mientras oye en su mente pitan pitan pitan y sueña con llegar a Pibe o al menos salir de Pescaito; A. en Berlín tropieza una piedra cercana al muro y se imagina que es un fragmento de esa libertad prometida.”

Y mientras tanto yo en Barcelona, miro el atardecer que cae, me tomo una cerveza y me voy a dormir.

¿Tanto nos cuesta aceptar que no somos el centro del universo?

“Todo lo que puede ser imaginado es real.” Picasso

 

¿Loco yo? loco tu…

Las manos para aplaudir, las sensaciones para sentir, los oidos para experimentar, los ojos para crear.

Tantas ganas de sentir, pensar y crear que se quedan bloqueadas por simple pensamientos que no son mas que tiros al aire de un mal cazador.

Sueños, ¿eso qué es? sentimientos, ¿what are you talking about? creatividad, Je ne parle pas frances…

Locuras, extravagancias, extensas divergencias en un extraño mundo de sueños del que no nos levantamos porque nunca sabemos a que hora nos acostamos.

Credibilidad, marca, ideas, discursos,  nada es real, todo es mentira, todo es real nada es mentira, quien dice la verdad, quien dice la mentira, qué es verdad, qué es mentira?

Buen viento, la buena mar ya está…

 

La punta del iceberg

Somos lo que somos, siempre, no hay manera de dejar de serlo si no queremos. Estamos llenos de fantasmas, recuerdos y miradas que van de un lugar a otro sin pensarlo.

Aun así, de bocas para afuera tenemos vidas perfectas en las que somos los reyes del mambo; facebook, twitter, los blogs y cualquier cantidad de espacio virtuales nos han permitido gritar al mundo lo que somos, lo que hacemos, para donde vamos, de donde venimos y a donde queremos ir, aunque muchas veces esta fachada no es sino sólo la punta de ese gran iceberg que es nuestra personalidad y nuestra manera de ser.

Parece que somos más que personajes públicos, que contamos toda nuestra vida en caracteres y en realidad, aunque no pareciera, nos guardamos muchas, muchas cosas, tanto buenas como malas, quizás por ego, quizás por preservar eso que llaman espacio personal, ese lugar en el que todavía nos contamos nuestros propios cuentos y leyendas sin tener que compartirlos con más nadie, quizás porque no nos da la gana de compartirlo todo, simple y llano.

Aun así después que cerramos el PC y soltamos el teclado  nos encontramos con nuestros propios monstruos internos.

Hace rato, más joven,  iba libre por el mundo,  sin ideas ni preconceptos  en la mente, sin comerme la cabeza, sin agenda, sin alarmas y sin nada que me marcara el camino. Creo que era feliz.

Hoy, no muchos años después, tengo mi escritorio lleno de post its que me recuerdan citas y compromisos adquiridos, la alarma suena insistentemente recordándome todo lo que tengo que hacer, tengo unas cuantas responsabilidades y mi cabeza es un cúmulo de ideas constante que -quiera o no- no para de armar revoluciones, aun así soy feliz, o creo serlo. Hago lo que me gusta, tengo un montón de planes para vivir la vida y aunque a veces me pregunto en qué momento deje de pensar o sentir ciertas cosas creo que no es más que un paso más en ese largo camino que llaman madurez. De hecho, ¿a que hora empecé a pensar en la madurez?.

Por eso saco ideas, roto pensamientos, miro al techo, ese sitio a donde miro siempre que quiero preguntarme cosas y simplemente me quedo con la idea en la cabeza de que el monstruo interno es un simple gatito con garras de león que a veces se asoma en nuestros pensamientos con ganas de llamar nuestra atención.

Pese (o gracias) a eso la imagen final que queda en mi es que todo esta bajo control, mucho más del que se quisiera tener de hecho.

Ahí va, esos son los pensamientos de un domingo en la noche, son los que hay…

V E I N T I N U E V E

Quiero escribir, pero no sé por donde empezar, tengo un gran nudo en la garganta, este 2010 ha sido sin duda el mejor año de mi vida…

El 10 de junio es uno de esos días en los que estoy más lleno de energía, mejor dicho más hiper(activo) de lo usual y cotidiano.

Siempre trato de reinventarme, cada día del año lo hago, pero el día de mi cumpleaños es el día en el que siento en mi la mayor carga positiva, creativa y receptiva.

Ya son 29 años, el tiempo se ha ido volando. No sé cómo ni a que horas pero los días del calendario pasaron a millón y acá estoy contento, feliz y disfrutando de un año más de alegrías, vivencias, revoluciones, locuras, pensamientos, ideas, proyectos, rollos mentales, dudas, certezas y todas esas cosas que le dan la sal a la vida.

Debo decir que este último año ha sido especial de sobremanera pues he vuelto, ya en cuerpo y alma, a Colombia, porque he alcanzado grandes logros a nivel profesional y personal, porque he aprendido mil y una cosas nuevas, porque he conseguido trabajar en lo que me gusta y me divierte, son tantas razones que no hay ninguna duda y por eso me lleno la boca diciendo que ha sido el mejor año de mi vida… y los que faltan.

Ya son 29, V E I N T I N U E V E, es largo ese número, es mucho tiempo, lo bueno es que se ha aprendido, se ha entendido y comprendido que todo se consigue a golpe y esfuerzo, con pasión y esmero, con ideas y acciones, copn energìa y talento, con ganas y esfuerzos.

Se ha viajado, conocido, enamorado, bailado, cantado, jodido, llorado, reido, sentido, vivido, vibrado, gritado, logrado, cambiado, evolucionado, tantas cosas, tantas vainas por contar, tantas historias para aburrir a los futuros nietos…

Con los 29, el paso previo a subir al tercer piso,  he llegado al momento de conocer que tiene mi ADN, saber de una vez por todas de qué carajos estoy hecho o al menos acercarme, ya sé que soy creActivo, apasionado, positivo, intenso, disperso, talentoso, imperativo, exigente, volatil, impaciente, capaz, responsable, cualidades, defectos, todo lo que soy…

Siempre me emociono, nunca sé por donde empezar y después no hay ni quien me pare, entonces para cerrar esta perorata toca, mejor, quiero, agradecer.

Gracias compadre, que aunque no vaya a tu casa siempre, cada noche, te agradezco el angel que me dejaste en el hombro, gracias Jackie, sé que desde allá siempre intercedes por mi, gracias Chivi, Ayda, Orlando, Alvaro, Thite, Yelin y Gladys, por siempre estar ahí, por ser parte de mi y por dejar que yo sea parte de uds., gracias a todos los que han hecho, hacen o harán parte de mi vida, GRACIAS TOTALES…

“Si quieres levantar un edificio muy alto debes cavar un agujero muy profundo”

Si la vida viene, llega hasta tu puerta (bis)
No le pongas llave, déjala entreabierta (bis)
Deja que se quede, déjala que vuele
Déjala que grite, déjala que vuelva (bis)

 

Vicios…

Cada mañana lo veo sentado en la tienda de abajo de mi edificio, cada mañana entro, corriendo para variar, a comprar mi desayuno de taxi y lo veo. Son las 7.30 am y ya hay a su lado una botella de ron blanco vacía y otra a medio terminar, o medio comenzar, según el grado de optimismo de quien esto lea. Su barba larga, sus ojos perdidos, su mirada enredada, sus pelos al viento, su todo habla del estado del que ya el vicio no le hace ni le deja hacer. Siempre lo veo de reojo, con respeto, sin meterme a su rancho, respetando su vicio. Hoy no me aguanté.

– ¿Y tú porqué bebes tanto? – Le dije con altanería y soberbia.

Y el sin inmutarse, se sonrío, me miró de arriba abajo, ahí tan ancho, con mi pinta de jefe que no quiere serlo, con mi camisa seria y mi mochila terciada, con mis zapatos brillantes y mis jeans un tanto desteñido, con mis lentes de nerd y mis pulseras de hippie, con mi todo, simplemente me miró y me dijo.

– ¿Y tú porqué trabajas tanto?- y me quitó la mirada.

Tal cual, cada quien tiene el vicio que quiere tener, el de él el alcohol, el mío, no sé a que horas, el trabajo. Así vamos.

 

Click

Suena así: Click.

¿Lo han escuchado?

Es el sonido que hace un engranaje o aparato cuando encuentra su punto ideal, también es el sonido que hace una cámara  cuando toma una foto o graba un recuerdo y es el sonido que hace nuestra cabeza cuando siente que encontró la idea, momento o pensamiento que estaba buscando.

Hoy fue uno de esos días en que el click sonó duro, bien duro, sobre todo teniendo  en cuenta que sonaron los tres tipos de clicks que defino arriba.

Es interesante conocer y reconocer el momento exacto en el que hacer o deshacer algo, el momento exacto en el que todo se da para que la decisión sea la mejor y más certera.

No tengo duda que el camino ha sido largo y peleado pero si no fuera así seguro perdería su esencia, perdería su gusto.

“Alicia, en el país de las maravillas, preguntó al gusano qué camino tendría que tomar, y el gusano le respondió preguntándole -¿dónde quieres ir?-. Ésa es la pregunta que nos tenemos que hacer.”

Si, esa es…

CLICK.

 

Probando…

Probando, probando, un, dos, tres, sonido…

Los mejores textos salen a veces de palabras vacías. No hay duda, podría ser una fórmula matemática.

Es igual, no quiero entrar en esa espiral, eterna espiral de quejarme de la hoja en blanco. Esa pelea eterna con el teclado, esa pelea de David contra Goliat, esa pelea, interesante pelea diaria…

No sé quien lo dijo, pero pudo haber sido Gabo, “hay quienes convierten la falta de tema en tema para una nota”

Insisto, no es hora de preguntarme sobre eso, sólo quiero sentarme y que las palabras fluyan, así suele ser casi siempre, me da risa, nunca, nunca escribo con ideas preconcebidas ni mapas mentales, nunca planeo puntos de giro ni sueño a mis personajes, hace rato escribir es como esa catarsis necesaria, ese botar corriente para no dejar todo a la cabeza, a la bendita cabeza.

Es imposible hacerlo, es imposible planear, a veces, casi siempre mejor dicho, escribo sobre cotidianidad, personas y personajes, ideas que tropiezan, dan tumbos en mi cabeza y mil rollos mentales más, ¿porqué no seguir en esa misma tónica?

Puede que esta repetición y esta temática constante lleven a que mucho de los textos queden insípidos, descafeinados y hasta incoloros pero bueno, recordando una de esas famosas frases que solía usar en mi travesía en la madre patria, “es lo que hay”.

De todos modos, es mi espacio, mi espacio personal y por eso me contradigo, mando a la mierda todo y vuelvo y me quejo de la hoja en blanco, de la mente en blanco, de la cabeza en blanco… no, de esas no, ojala.

Parece que olvidé que dos más dos no es tres, parece que esta fórmula matemática no funcionó, parece que este texto no será bueno, parece que escribir me tranquilizó, parece que me dejo un buen sabor en la boca y que ahora puedo ir a dormir con la tranquilidad que las 3, 15, 22, 36 ideas que tenía rondando en la cabeza han pasado a mejor vida, a ninguna le dio la gana de salir, a ninguna le dio la gana de decir, hola, soy una idea y quiero que me cuentes.

Y yo… FELIZ.

Buenas noches. Muy buenas noches (y también buenos, muy buenos días).