En el lejano oeste si un vaquero perdía la diligencia en la que se trasladaría a otra ciudad se quedaba una semana más en la ciudad, se dedicaba a tomarse unos tragos, a pasearse buscando líos y en caso extremo a irse de putas. La semana siguiente llegaba la siguiente diligencia, se montaba y se iba hacia su destino.
Hoy la gente no es capaz de perder un metro cuando el siguiente pasará 3 minutos después, cada día me tropiezo a alguno de estos desesperados que corre como alma que lleva el diablo, baja las escaleras cual atleta olímpico y entra triunfalmente por la última endija de la puerta que se cierra después de 10 segundos de desesperados pitidos.
Pero no todos son atletas, ayer entraba con paciencia y parsimonia como voy siempre -al menos en el metro- con los últimos pitidos al vagón y vi como a lo lejos uno bajaba corriendo, esquivaba uno, esquivaba a otra, se le caía una bolsa, la recogía y cuando parecía que lo iba a lograr se caía al suelo en un fuerte y estrepitoso golpe. Intenté que me doliera pero no se pudo.
El metro siguió su marcha, ya yo iba adentro. Me senté, abri mi cuaderno y empecé a escribir.
Primero se sentó un yuppie que iba directo a la bolsa que se la pasó todo el camino hablando por su movil, que si compra aca que si vende alla que si esto que si aquello; al frente una mujer, bella, hermosa, se da los últimos toques del estudiado maquillaje que le permitirá destacar un dia más en la multinacional desangelada en la que trabaja y a su lado… ohhh polos opuestos… una niña con la ultima moda freak , 5 piercings, dos tatuajes, 7 colgantes en cada oreja, 8 anillos y una gran chupeta de colores, por dios son las 8 de la mañana pensé el al mismo tiempo que por mi cabeza pasaba la frase típica de “esta juventud de hoy en día”.
Pasaron algunos ejemplares más de la típica fauna urbana que siempre puebla el metro, fauna a la que siempre nos terminamos adaptando.
El yuppie vende propiedades en todas partes del mundo, tiene una secretaria con grandes tetas que por el mismo sueldo le redacta memorandos al tiempo que le hace ver las estrellas que su mujer no conseguía. Pero no es feliz porque su padre estaba enfermo y no lograba superar su creciente adicción a las drogas.
La mujer de estudiado maquillaje no lograba sostenerse en pie, aunque bella y talentosa iba borracha a más no poder y justo en una hora tenía una entrevista con su jefe directo. En una curva se le corrio el pintalabios y se rayo toda la cara. MIERDA. Gritó con energía. En su casa 5 botellas de vino, una caja de cerveza y muchas colillas esperaban a ser limpiadas. En la cama dormido la espera aquel que conoció anoche.
La niña freak, escuchaba música a todo volumen, la mente trataba de no pensar en que los 15 días de retraso eran sólo una casualidad, miraba una y otra vez una hoja con una escueta dirección de correo electrónico, no podía quedar embarazada ahora. No después de aquella despedida.
A cada uno le invento una historia, a cada uno le invento una vida…
El metro para, me bajo, arranco las hojas y las boto en la papelera.
Vaya mierda de historias que se me ocurren cuando voy en el metro.
Offside
Domingo off, como debe ser.