Esa era la idea al menos
- No puedes ser periodista, ni publicista, ni audiovisual ni nada relacionado con medios- me dijo con vehemencia la voz al otro lado del teléfono.
- Ehhh. Bueno y entonces ¿que soy?- le pregunté entre asombrado y tranquilo.
- Da igual, ingeniero, arquitecto, médico o abogado, lo que sea- dijo con la convicción propia de quien ya ha cambiado de profesión a más de uno.
- Bueno ya está, seré arquitecto- le dije no muy convencido de recordar en el momento preciso mi nueva profesión.
Días después, en la sala de recepción de la empresa cuando iba a firmar mi consentimiento para el estudio no pude menos que sonreír al ver junto a mi nombre mi nuevo –y momentáneo- status de constructor.
Fast forward – rewind – fast forward
Un momento ¿que fue lo que pasó aquí?. Muy bien, empecemos por el principio. La vida de un estudiante trabajador en Barcelona exige medírsele a lo que sea , como sea y donde sea para conseguir mantener la cuenta bancaria en un nivel decente, es así como aparte de mis dos trabajos actuales siempre ando a la búsqueda de nuevas oportunidades temporales de ingresos extras que provean de algún euro de más.
Esto que cuento se refiere a una de esas oportunidades: Un estudio de mercadeo para una compañía X; para variar me contactó un amigo de un amigo de un amigo y a través de el contacté con la “reclutadora” que fue quien me hizo “cambiar” de profesión. La razón es más que obvia, a la empresa que hace el estudio les interesa conocer la opinión de gente de la calle sobre X item de su producto, campaña o promoción y necesitan gente que sea más “manipulable” a nivel de técnicas de marketing y entrevista.
Ok, No hay problema dejo de lado mi diploma y estudios de periodismo y me vuelvo arquitecto por el bien de la humanidad de mi cuenta bancaria.
Fast forward – rewind – fast forward
7 pm. Dirección tal con tal. Llego puntual, subo 2 pisos. Firmo la hoja de consentimiento paso al lado del otro participante lo saludo como saluda uno a un desconocido. La secretaria está tan ensimismada en su trabajo que no nota el esfuerzo sobrehumano que hacemos los dos para aguantar y no reírnos: es uno de mis amigos pero para no causar contradicciones en el estudio debemos obviar ese dato.
Entramos a la sala, más aséptica imposible, paredes de tonos simples, una mesa con dos micrófonos Shure en el centro, 4 sillas, una botella de agua y 3 vasos desechables y al fondo de la sala, imponente, el espejo doble desde donde seguro nos observaban (como en CSI observan a los acusados) y poco más abajo una cámara, el ojo que todo lo ve.
El transcurso del estudio no tiene gran cosa que contar, preguntas sobre nosotros para romper el hielo, después preguntas y más preguntas sobre el producto en cuestión, preguntas sobre cual nos parecía mejor enunciado para la campaña publicitaria, preguntas sobre cual nos parecía mejor oferta, en fin una gran compañía pretendiendo escuchar al ciudadano de a pie para después igual hacer lo que le da la gana.
Los realizadores del estudio pueden estar tranquilos porque las respuestas que di si que fueron reales e intenté ayudar lo máximo posible, se aprendieron un par de cosas a nivel de grupos focales y poco más. Se acabó el estudio, nos dieron las gracias y un sobre con un billete de 50 y uno de 20 euros. No está mal por una hora de “trabajo”.
Salimos a la calle, me despido de mi amigo, nos miramos y no sabemos si reírnos una vez más o carcajearnos de las cosas que termina haciendo uno cuando está Living la vida en Barcelona.
Una experiencia más de aquellas para echar al saco de los recuerdos. Es que siempre hay mucho por contar.
Offside
Mensajes que van y vienen hacen que todo funcione. ¿No?