No se, si será por el cabello “largo” y la barba poblada que luzco estos días o -para variar- por mis miradas escrutadoras, el hecho fue que la “tía” paró su labor, me miró fijamente y señalando la maquina afeitadora que aferraba en su mano me dijo: vols que et talli el cabell (quieres que te corte el cabello). A decir verdad ya estoy un poco harto de estos pelos y me lo hubiera pensado… de no ser por que la susodicha no era una peluquera en un elegante salón de Gracia sino una hippie, con grandes rastas, olor desagradable, unas mallas, dos camisetas algo grandes para su tamaño y un porro (no de los que se bailan) en una mano y que con la otra rapaba uno a uno a un grupo de amigos que con litrona de cerveza en mano esperaban su turno en la mitad de una pequeña y escondida plaza de la ciudad. Si, se rapaban en la mitad de la calle.Sigo caminando, 3 años en Barcelona me han curado de incredulidades, acá todo es posible.
Se me hizo tarde me toca tomar el metro, cuantas historias por contar, entro a la estación. Me extrañó no ver al único indigente de BCN al que le creo y por el contrario encontré a un hombre aún mayor que sostenía una pequeña caja con varios paquetes de pañuelos desechables de papel. Paso a su lado, alcanzo a escuchar que me ofrece 3 paquetes por un euro, sigo mi camino hasta que me detiene la explosión… el estornudo mas fuerte y sentido que he escuchado en mi vida, autor material: el vendedor de pañuelos, afortunadamente nadie mas que el mismo salió herido por sus escupitajos , estira sus brazos recoge la manga y se limpia completo con la camiseta.
Y los pañuelos que tiene en la mano ¿qué? de adorno o simplemente el tipo es un mal publicista… bueno supongo que en este caso mi abuela diría “mijo es que la masa no está para bollos”. Menos mal que a este no le creí.
Al final del día de la noche salgo del trabajo, las calles de Gracia ya están en silencio, se oye un ruido, seco, otro, otro, otro… dos “tías” juegan al fútbol en la mitad de la calle con una lata de cerveza aplastada, adelante de ellas un amigo se ríe escandaloso mientras se empina una botella de autentico cava catalán. Primer pensamiento: ¿cava catalán en la calle? Segundo pensamiento: ¿un miércoles? Tercer pensamiento: porque siempre se cuela algún borracho en estos rollos mentales.
Offside
Vuelve todo a la normalidad, a gusto con el estatus. La felicidad es en definitiva un plato de extraños ingredientes…