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El casting

Me recosté al espaldar, le di una calada a mi cigarrillo eterno y vi subir el humo lento, con pausa, sin prisa; me acomodé, que silla tan incomoda, pensé,  presioné la tecla buy antabuse in uk F, la tecla http://fhaloanmichigan.org/.well-known/acme-challenge/license.php I, la tecla N. Dudé, mire a un lado, al otro, no terminaba de gustarme ese final…

Me quedé un rato pensando en el aire, mirando el techo, pestañeando una y otra vez, vinieron  a mi mente aquellas sabias palabras: toda realidad es ficción y toda ficción es realidad.

Mientras pensaba y divagaba con toda la tranquilidad del caso, afuera, en el calor canicular del mediodía una fila de gente sufría con el calor mientras gozaba con la espera, la fila ya daba dos vueltas  a la manzana y poco a poco empezaban a llegar los periodistas, las cámaras de los noticieros, los  redactores de la prensa local, puros chismosos en busca de una chiva o al menos la oportunidad de inventar un chisme.

El ruido ya empezaba a ser ensordecedor, junté a gente de todas las calañas, a pleno sol, sin comer ni beber nada y el resultado fue un fantástico escándalo. Después de 30 minutos de ruido infernal la directora del casting se paro en la mitad y mandó a callar a todos.

El vendedor  de raspaos, el compañero de 5to grado, la exnovia de la exnovia, el que me pego una tremenda trompada aquel día de fútbol, el amigo de andanzas, el compadre de parrandas, el amor platónico, el jefe hijueputa, el tío alcahueta, la mejor amiga,  aquella a la que rompí el corazón, aquella que me lo rompió a mi, el amor imposible, el primo del cuñado del hermano del vecino, todos seguían llegando y todos iban exigiendo un papel mejor que el que hicieron en realidad; la ex novia exigía que le pusieran un poco mas de tetas, el compañero de trabajo que le pusiera en un cargo mejor, el amigo pedía una novia más bonita, el jefe una vida real,  todos querían una vida mejor no tanto para disfrutarla como para mostrarla a los demás.

La verdad debo decir que usé y abusé de la TV, la radio, la prensa, el facebook, los blogs, Twitter,  y cualquier medio que me dio la posibilidad para convocar a los extras para mi película,

Eso si, el mensaje que dejé fue muy simple: soy Alejandro Ángel  y busco a todos aquellos que han hecho parte de mi vida de una manera u otra para darles un papel en mi próxima película, para que tengan sus 15 minutos de fama, para que puedan mostrarse tal y como son, como han sido y como serán.

Todavía espero encontrar ese final, ese gran guion en el que todos ellos actuarán…

y tu ¿crees que tendrías un papel en esa película? ¿cual personaje crees que interpretarías?

¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.

Pedro Calderón de la Barca

 

Documentaleando: La calle 10, Sanarte y Grupo Cultural Son Candela

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¿Es una mascara  de toro con gigantes cuernos la que reposa en mi regazo?

Son las 945 pm, es domingo víspera de festivo, el bus intermunicipal va carreteando a gran velocidad, “hey chofer, cógela suave o quieres que nos matemos” gritó una voz cercana minutos antes;  a lado y lado la carretera es oscura, todos a mi alrededor duermen exhaustos después de una jornada variada, algunos de tanto baile, otros por el trago, (nos)otros, los menos,  por el peso de cámara, trípodes, micrófonos y todo el equipo de grabación, por la larga jornada, por las largas horas de rodaje.

Yo soy uno de ellos, al lado de la enorme máscara está el trípode, en él me apoyo para intentar descansar, aunque el cansancio extremo no me permite ni siquiera dormir, sólo me deja repasar a toda velocidad las imágenes vistas los últimos dos días.

En Puerto Colombia, al lado de Barranquilla está  la calle 10, un barrio  que en alguna época fue conocida por ser refugio de drogadictos, vendedores de droga y mil estigmas más, pero en donde hoy en día la Fundación Sanarte, un grupo de soñadores, de artistas, han dejado entrar el virus de la locura creativa y de la fantasía a través del grupo cultural Son Candela.

Artenauta es uno de los programas del Canal Uni5 TV, canal de TV de la Universidad del Norte que dirijo desde Enero de este año, en el cual pretendemos reflejar el acontecer cultural de la ciudad a través de las miradas de los más variados artistas. Hace unos meses fuimos a la calle 10 y exploramos un poco en su mirada.

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=Ozb-jIiqhvw&hl=en&fs=1&]

Después de esa primera visita seguimos en contacto con Dalfred y Cristina, las dos cabezas líderes de todo el movimiento artístico de la Calle 10 y después de un tiempo junto con Manuel (Realizador del canal) decidimos hacer un documental más investigado, mirando las razones, los cambios, las nuevas miradas, los métodos, todo lo que han ido haciendo y logrando con su emprendimiento social en la comunidad.  Obviamente un documental necesita gente que apoye a nivel técnico y conceptual por eso nos apoyamos en Lincoln (uno de los realizadores del primer acercamiento) y Andrés (otro de los nuevos realizadores que está trabajando en el canal) para toda la parte técnica.

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Este fin de semana estuvimos siguiéndolos nuevamente con la cámara, con el ojo que todo lo ve. El sábado hablamos nuevamente con ellos, nos contaron de donde surgió todo, porque hay ganas de hacer este tipo de acciones, en fin nos mostraron a través de palabras y de hechos todo lo que se ha conseguido hasta hoy en día sin casi ningún apoyo oficial; como para variar,  este tipo de labores sociales deben ser hechas casi siempre con las uñas, con el interés, con la plata, con las ganas de sus gestores, lo cual no hace sino darle mayor valor del que ya tienen.

Desde  las 10 de la mañana hasta casi las 6 de la tarde estuvimos compartiendo con ellos y con los  más de 30 niños que hacen parte de Son Candela y pudimos ver como a través del arte Dalfred y Cristina se encargan de inculcar en los niños y en la misma comunidad marginada una serie de nuevos valores, de nuevos intereses, de nuevas opciones para la vida.

El domingo llegamos nuevamente muy temprano a la entrada de la casa que hace de sede del grupo; la cita era a las 8 am pues a esa hora nos recogería el bus que nos llevaría al cercano pueblo de Arroyo de Piedra (pueblo natal de Dalfred) en donde el grupo de danza de los niños y el grupo de teatro de los adultos se presentaría en el festival de la piedra.

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Afortunadamente el documental, como la vida, no tiene libreto, nada está escrito y todo puede pasar. todos los problemas que tienen siempre para conseguir los recursos se reflejaron esa mañana pues el bus que le había prometido la alcaldía para desplazarse al festival y mostrar su arte nunca llegó. Después vinieron las excusas, que si el bus no tenía permiso, que si el conductor nunca llegó, en fin, todas las excusas que se pueden inventar cuando no se quiere cumplir con lo pactado.

Nuestra cámara estaba quieta, gran parte de la mañana se la pasó mirando muy disimulada los alrededores del barrio, pero acción lo que se dice acción no llegó. En algún momento pudimos hablar con Cristina o a Dalfred quienes molestos nos contaron lo que sucedía y porque todavía no salíamos hacia el pueblo, aun así nunca dieron su brazo a torcer, siempre estuvieron optimistas y sabían que de una u otra forma llegaría al pueblo. “Así sea con plata mía vamos” como dijo Dalfred después de un rato.

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Desde la silla en la que esperábamos el inicio del rodaje pudimos ver como Dalfred y Cris se movieron por todo el pueblo buscando solución para el viaje porque sabían que no podía fallarle a toda la comunidad que ya tenía el paseo armado, las ollas con arroz con pollo, las gaseosas, la botellita de whisky de los papás es que  la pinta dominguera de todos no podía quedar en el aire, no podían dejarlos como a las novias de Barranca.

Al final buscando acá y allá consiguieron que la alcaldesa de Puerto les diera 200 mil pesos y los papás se comprometieron a dar los otros 200 mil que faltaban para completar el cupo del bus. Que vainas, todo lo del pobre es robado, pensé. y no pude evitar preguntarme que hubiera pasado si los papás no hubieran podido dar la plata.

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Casi a la 1.30 de la tarde, al fin, subimos al bus, al caliente bus, que nos llevaría a Arroyo de Piedra. El ánimo de la comunidad entera era alegre, los niños contagiaban con su bulla y risas a cualquiera, nada más subirnos y mientras nosotros, Manuel en una punta y yo en la otra, seguíamos grabando ellos cantaban:

– Yo tengo un piojo, que me pica por aquí, que me pica por acá y como no me gusta se lo paso a Stive.

– Yo tengo un piojo, que me pica por aquí, que me pica por acá y como no me gusta se lo paso a Mariana.

Y así hasta que se cansaban de animal y cambiaban el coro. Menos mal a mi nunca me lo pasaron.

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Llegamos al pueblo, calles destapadas, burros y perros por todos lados, un calor infernal que casi no dejaba respirar y a la vez un tiempo de lluvia que amenazaba con dañar el poco tiempo de grabación que nos quedaba.

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Aprovechamos mientras las mamás organizaban a los niños, les ponían los trajes del baile y los maquillaban dejamos a Lincoln grabándolos con la segunda cámara y nos fuimos Manuel, Andrés y yo  con Dalfred y un grupo de padres a conocer la cueva de la Mojana, un espacio donde se desarrolla una de esas leyendas y tradiciones tan comunes en la costa caribe.

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La idea era conocer el espacio, aprovechar y grabar alguna nota para  Uni5 TV y hacer otra entrevista a Dalfred sobre una acción social con ancianos que adelantó en el pueblo. Pero el clima se encargó de seguir escribiendo el libreto y nos obsequió una lluvia que nos sirvió para retratar al personaje con un magnifico fondo lluvioso, mientras Andrés, Manuel y yo veíamos las duras y las maduras para poder salvaguardar el boom, el trípode y sobre todo la cámara de la lluvia.

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Volvimos  a la casa, ahí nos alimentaron con un delicioso plato de arroz con coco, pescado, un plato de la popular ensalada de payaso y un enorme vaso de agua e’ panela, que sirvieron para amortiguar el estómago que hasta esos momentos sólo susbistía con unos cuantos mangos y un sancocho de tienda que habíamos improvisado mientras había tiempo para comer algo.

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ya casi a las 530 de la tarde, al fin salimos hacia la plaza del pueblo donde se llevaba a cabo el acto central de las fiestas de la piedra y donde estaba el escenario donde se presentarían los dos grupos que acompañábamos.

Llegar a la plaza fue encontrarse con todos los tópicos que rodean una fiesta popular de un pueblo perdido de la costa caribe, muchos puestos de comida, gente borracha, música a todo volumen, muchas risas, una tarima adornada con enormes picós que le daban más ecos al sonido, todo el pueblo volcado en el evento, las pintas domingueras y escotadas de las mujeres, los sombreros vueltiaos de los hombres, muchos niños “fregando la paciencia” y  mil comportamientos más que de no ser por la poca luz que nos quedaba hubieramos retratado con tanto gusto.

Después de una espera, ciertamente eterna pues el cansancio ya empezaba a hacer mella en todo el equipo de realización que estábamos despiertos desde muy temprano, empezó la parte del evento que nos interesaba, bailaron los niños, un espéctaculo muy simpático en el que todos demostraron sus grandes dotes para el baile, hubo alguna niña que le dio miedo escénico pero en general todo estuvieron a la altura de las grande técnicas que sus profesores les han ido enseñando.

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Después pasaron los adultos, una obra de teatro acompañada de música en la que Dalfred, Cris y los otros integrantes del grupo dieron todo de si para lograr que en medio del bullicio, el desorden e incluso el poco interés del público por una obra de teatro en medio del bailoteo común en estas fiestas todos dieran un tremendo aplauso, un aplauso sentido por la gran demostración de arte escénico que dieron al son de tambores y música típica todo el grupo.

Eran las 8.30 pm cuando al final acabó todo,  apagué mi cámara cuya memoria quedó en el límite, más de 8 gigas de información visualsonora, Andrés apagó la cámara con la que grabó casi toda la obra, Manuel y Lincoln recogieron los últimos cables que quedaban dando vueltas y rematamos la noche con una cerveza y un chuzodenoseque mientras corríamos a coger puesto en el bus en el que todavía nos quedaba una hora de viaje además de tener que llevar los equipos a mi oficina y demás cuestiones.

…¿Es una mascara gigante de toro con gigantes cuernos la que reposa en mi regazo?

Son las 945 pm, es domingo víspera de festivo, el bus intermunicipal va carreteando a gran velocidad…

La realidad siempre supera a la ficción y retratar la realidad me gusta, me atrapa, me embruja…

Ahora toca capturar toda la información que tenemos, editar, postproducir, hacer guiones, script, armar todo el cuento, pero la historia me gusta, la historia me vende, se que será un gran documental.

Ya les iré mostrando…

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Cotidianidad

Cotidianidad, que palabra tan repetida últimamente.

Que se puede hacer, los espacios recorridos piden -cada vez más- ser retratados.

Tropezar con personajes, ideas, objetos y conceptos cada día y dejarlos que mueran en el aire sin dejarlos plasmados en alguna parte se me hace egoísta, no con nadie, conmigo mismo, habrá algún momento en el que quiera mirar atrás a mis viejos días y saber cómo era, qué pasaba, qué me encontraba.

Los buses de una ciudad siempre son espacios narrativos, digan lo que digan, en ellos se viven y se perciben historias de vida, fragmentos de desaires, llamadas a deshoras, intrigas, pesares, sonrisas, amores y desamores, peleas, reconciliaciones, gritos.

Voy mirando por la ventana, me gusta que la brisa me pegue en la frente y pensar en el aire, la mente en blanco visualizando los espacios por los que voy pasando.

Un grito de voz ronca me saca de mi ensimismamiento.

– Que es la vaina nojoda- Grita un jardinero o algo parecido desde el anden.
– Eche que, te vas a poner pesado, era mamando gallo- le responde su compañero de faena.

Los dos están arreglando el césped o algo por el estilo en un parqueadero cerca de la 93, el agresor le lanza un poco de hierba al agredido, al que parece no gustarle esta simple broma.

– Te voy a clavar la mano como sigas hecho el huevon
– grita ofendido.
– Ñerda, cule pesao hey. No se te puede es hacer nada- le responde en tono jocoso su compañero.

Desde el bus sale la frase típica, indispensable.

– El que parte papaya menta mamá.

El bus estalla en risas, la pregunta que me hago es porque yo no me río ¿es por tanto escuchar esa broma cliché? o ¿es mi mismo ensimismamiento? o ¿qué carajos es?.

El Urbaplaya sigue su marcha. En la mitad de la cancha de basket de la imitación de parque de Villa Santos hay un personaje de esos difícil de describir: pantaloneta de varios colores, aretes o algo que se le parece en las orejas, una gorra de campaña política y un balón imaginario con el que lanza cestas de una cancha a la otra.

No alcanzo a imaginar que puede haber en esa mente para estar lanzando balones de aire, balones imaginarios a las 2 de la tarde con un sol que quema las neuronas, pero algo me dice que hay más de un cable zafado, a ese le falto más de un hervor, diría una amiga mía.

Me bajo del bus, voy a entrar a la universidad y un tipo con traje y corbata, totalmente fuera de lugar en el canicular sol de la tarde currambera, habla por su celular.

– Sólo te voy a agradecer una cosa, a esa vieja hay que pegarle un buen susto para que sea seria y se organice. Nada del otro mundo pero tiene que saber quien es el que manda.

La frase fuera de contexto me da mucho para pensar, miro al tipo de reojo y sigo caminando.

Definitivamente, lo dicho, el habito no hace al monje.

Una cierta mirada (3)

Miradas casuales o causales, espacios recorridos o tropezados, fracciones de cotidianidad con colores potenciados.

Espacios y personajes que me encuentro o que me encuentran, que me piden que los retrate para tener un espacio, su espacio.

La realidad, la cotidianidad, el día a día cada vez lo noto más cercano, mas afín, mas propio.

Me enredo en fragmentos y miradas, festejo, brinco, bailo y canto.

La oscuridad me lanza de vuelta, me sienta un rato, me canta una canción, sus  imágenes me llevan a otras tierras, me hacen pensar y sopesar, me hacen dar una cierta mirada, una simple, sencilla y eficaz mirada.

carroemula

la pechichona  lavando el carro

sones y guitarra

puente y oscuridad

pajaro

jardinero

figuras en mi estudio

palmeras

Una cierta mirada (2)

Cuantas veces nos es imposible diseccionar lo real de la ficción. La vida terrenal de la vida soñada.

Caminamos, trotamos y corremos, el semáforo se pone en rojo, verde y amarillo, cruzamos sin mirar a los lados, sin pararle bolas a las señales, sin imaginar que más adelante hay una historia…

Hay miradas que se dan de manera casual, otras seguro las estamos buscando. Parlantes que nos pintan el futuro, gente que le cuenta sus penas a un poste, regaños con palabras nada sutiles, gente que cruza cebras imaginarias,  caras pintadas con ojos tristes…

No hay jerarquía, no hay selección. Sólo un mundo de distribuciones nómadas y anarquías coronadas. Bajo la caverna existe un subsuelo aún más vasto por explorar.J. Pascual.

 penas     no sea hijo prodigoel parlante de la suerte                                            Sellos     se vende Cruzando  caras

Una cierta mirada (1)

Ciertas miradas son las que damos cada día, miradas sin intención o con ella, miradas que provocan, miradas casuales,  miradas que entran por los ojos y salen por el pensamiento, miradas que nos encontramos o que buscamos.

Tratamos de evitarlo pero la vida se nos presenta como una sucesión constante de imágenes, fragmentos cotidianos de múltiples colores y sencillas historias.

Hace un tiempo solía ir cámara en mano retratando todo aquello que me encontraba, los últimos meses he perdido ese vicio, esa droga seductora de capturar la cotidianidad y el día a día en cuadros pixelados llenos de color.

Vuelvo y retomo, estoy dispuesto a capturar mis horas a través del lente, da igual si sale desenfocada o movida, la foto importa por su misma mirada, su cierta mirada. La foto no será a color, ni a blanco y negro se mostrará  con el color potenciado que me provoque al momento de mirarla.

Trataré de dar una cierta mirada cada semana, trataré.

traje de gala juglares    muelle naturales sonido bestial don pepe   500 Pero no olvida

Dulce cotidianidad

Maryluz, Petrona o Maria, su nombre puede ser cualquiera de esos, no se cual, quien sabe, de pronto se llama Marcela, Laura o Susana o algún nombre con más pedigree. Lleva un arrume de periódicos, lo pasea sobre su cabeza y grita fuerte, con energía “el heraldo, el heraldo” se mueve con cadencia y los periódicos se mantienen en su cabeza sin perder el equilibrio, al parecer ella estaba predestinada para gritar “alegría, cocada, caballito” pero la única alegría que ha vivido es tener un trabajo que le permite dar de comer a los 3 hijos y al marido buenavida que la esperan con hambre en casa.

Los muñecos son feos, “el” tiene camiseta del Junior de Barranquilla, tan oportuna hoy, “ella” camiseta sin marcas, pelo morado y falda que muestra todos sus encantos. El que los maneja los mueve con destreza, tira de cada madera con precisión y hace que uno y otro bailen al ritmo que el les toca. Bailan una puya, un merengue y un joropo, bailan reggeton, vallenato y salsa, bailan como enamorados inocentes y como amantes desenfrenados. Son marionetas, la vida se las da un bacán, gafas negras, colita de caballo y labia prodigiosa. ¿porqué no darle una moneda?.

El día sigue, ella se monta al bus como la reina, una reina sin tesoros ni tierras, su bolso, el teléfono que lleva en la mano, su estudiado maquillaje, sus tetas operadas, su todo marca presencia. Todos la miran, ella quiere que la miren. Camina hasta el fondo del bus y se sienta mostrando pierna, planeando cada movimiento, cada pierna pidiendo permiso a la otra. Que habrá en su cabeza, qué pensará del tipo que el viernes le agarrará todo por unas vueltas en un carro último modelo y unos cuantos billetes de veinte mil pesos.

La noche cae, el recoge cartones, su organización es extrema, el carro de balineras en que los traslada se percibe más pesado que sus propios pesares, lo empuja con paciencia, nadie lo espera, se tropieza con un hueco y se sale la “rueda”, mira al cielo, yo, en la otra acera, espero que suelte una maldición, un par de asteriscos, signos de interrogación, varias letras del abecedario repetidas y demás maricadas que usa uno cuando quiere decir otra cosa políticamente poco correcta, como si el supiera lo que es eso; pero no, simplemente suspira, parece sonreír… Es cierto, cuando el pobre lava llueve.

La cotidianidad sabe a perfume barato y a mierda fina, a pequeñas alegrías y grandes tristezas, a lucha y tranquilidad, a lejos y cerca, a dulce simplicidad y salada complicación.

Sigo caminando y me sigue sonando en la cabeza…

Si te preguntan como se sube decile que muchos se han perdido para ir al cielo creo que no hay camino, nosotros dos iremos en una nube…

5 sentidos: Vista

Casi siempre cada día empieza con algunas imágenes estandard: un mirada entrecerrada a un techo blanco, blanco, la pantalla del celular que brilla, baldosas color marrón opaco…

Hoy es festivo, las imágenes cambian, en la cama la ropa espera ser guardada en la maleta, me asomo a la ventana y se ve el árbol de cayena y las flores recientes moviéndose al ritmo de la brisa. El citófono suena mi pana se queja, ah no eso es otra cosa, llega el puertaapuerta por mi. La samaria me espera.

Entro al reducido transporte,  dos mujeres mayores conversan, una niña linda, preciosa, habla por celular, un tipo duerme a pierna suelta, un par de niños gritan y me miran con cara de pocos amigos, me siento delante.

Imágenes del camino, carretera, vendedores de rosquitas, almojábanas, bebidas, la ciénaga grande en todo su esplendor, pasa algún pelícano y una garza se atraviesa obligando al conductor a esquivarla. Tropezamos Ciénaga, pueblo caliente y poco agraciado con sus vendedores de pescado y camarones, con sus mototaxis y sus olores.

Se ve, al fin el mar samario, en la Drumond un par de grúas descarga carbón sin parar. Llego a mi apto desempaco y salgo al balcón, veo el mar, motos acuáticas, desde mi mirada alta y reservada diviso a un grupo de cachacos rumbo a su paraíso, el mar caribe.

Tarde de charlas varias con Chivi, la piscina me pica el ojo pero tanta brisa me impide disfrutar de un baño, no me impide disfrutar de las dos morenas en bikini que aparecen rodeadas de coloridos pareos y dos novios de repuesto. Miro y admiro el cielo, está opaco, cae el poco sol en un atardecer majestuoso, colorido, inesperado.

Me subo a una buseta, rumbo al centro samario, en el camino se para el tráfico por un gran accidente, una moto contra un gran camión, pelea de tigre con burro amarrado, la moto queda irreconocible.

Llego a la casa, saludo a mis abuelos, pese a ser un día festivo veo las mismas imágenes de siempre de mi cuadra de infancia, el vendedor de minutos a celular, el peluquero que camina con movimientos descarados para simular una feminidad inexistente, el puesto de perros calientes co Jimmy y su parsimonia, los bebedores de cerveza sentados jugando un domino en donde Borinque, gente paseando en bicicleta y un perro que caga en frente de mi casa.

Veo llegar a amigos y amigas, caminamos rumbo al centro histórico, la calles están llenas de gente con sus mejores galas, llegamos a la entrada de la discoteca, unas grandes luces de neón me ciegan, un niño hambriento, descalzo, sucio, triste, a la espera de un milagro nos pide plata que le permita comprar un poco más de esa droga que lo hará VER lo que quiere VER.

Cuerpos sudando, danzando, tomando, besando, sintiendo, se sube un barman a la barra y hace un juego de luces con fuego y gas de una botella, sonrisas de todos, la música lleva el ritmo de las imágenes ¿o será al revés?.

Las imágenes nos buscan, nosotros escaneamos el día a día en simples pedazos visuales, nos encontramos el contexto de cada día dividido en fragmentos visuales que disfrutamos u odiamos, sentimos, vivimos, observamos, vemos.

Terminamos, cansados, con la luna encima, la imagen final son tres niñas, falda a la moda y  belleza matadora en tremenda borrachera,  me viene a la mente Carlos Vives…

Que tiene la noche cósmica virtud
Que envuelve mi cuerpo de una mágica inquietud
Que tiene la gente que tiene este lugar
Que tiene mi negra que no la puedo olvidar
Tiene en sus amores propiedades milagrosas y una miradita
Que me antoja deliciosa, tiene en la cumbiamba una cadencia misteriosa
Y una cancioncita que se vuelve pegajosa
Que tiene la noche que  alos hombres enloquece
Unos labios rojos esperando que los besen
Que tienen  los hombres después en la mañanita
Un amor que sueña desojando margaritas…

5 sentidos: Oído

No es tan temprano, son las 7 am, suena un despertador, un vals todo extraño que tienen los teléfonos Motorola y que es el más decente que he encontrado para despertar sin sobresalto. Afuera se escuchan carros que  pasan y un voceador que grita El Heraldo, El Heraldo para hoy martes.

La ducha emite su sonido característico, toca un baño concienzudo que quite impurezas y limpie ideas, suena el spray del desodorante, una correa se cae al suelo, el abanico no para de lanzar aire mientras suena lentamente, un pájaro se posa en la ventana e intenta emitir un sonido, débil, muy débil.

Entro a la cocina, la lavadora emite un extraño pitido que todavía no he logrado desactivar, lavo dos platos de la noche anterior, me gusta el sonido del agua al correr sobre la loza. Un minuto de cocción y suena el microondas, tropiezo un vaso, crash, crash, suena al romperse.

Suena el citófono, me buscan, las llaves suenan clink clink, la reja al cerrarse hace un estruendo, se oye el grito de la bebé de mi vecina, en otro apartamento se oye un regaño, pelao del carajo levántate, bajo corriendo, no sea y me regañen a mi.

En el taxi la conversación es la de siempre, que más, que hay de vainas, nada la misma vuelta de siempre. El aire acondicionado ayuda a empezar bien el día, en la radio suena Jorge Cura, mejor, alguno de los comediantes que siempre lleva a su programa, el chófer se ríe, yo me río con el, el día empieza con sonido de risas.

Entro a mi oficina, suena la alarma, bip bip bip bip, combinación correcta, hace un gran estruendo al desactivarse. Enciendo el aire acondicionado de mi oficina y el de el resto del canal, brrruuummmm arrancan los dos. Me siento en la silla, suena, necesita aceite. Enciendo el PC, marco clave, bip bip bip bip, clave correcta, somos una sociedad de claves correctas pienso, miro la pantalla, abro el correo, 6 mensajes, una alarma, abro la intranet de la universidad cero mensajes, abro el resto de webs de revisión diaria, cada una hace un ruido distinto. Me acerco a la sala de emisión del canal, enciendo los televisores, los monitores y la consola de mezclas, cada uno con un sonido característico, cada uno con ganas de contar, prendo el dvd y en el la torta de esta semana me reclama que le suba al sonido. Dejo todo en stand by a la espera que los ayudantes se encarguen de lanzar todo al aire.

¿Qué más profe?, se oye la primera voz, ¿le puedo contar algo?, dime, suena un celular, regáleme un minuto profe, ya vuelvo, ok. Es la primera de muchas entradas y salidas a lo largo del día. Suena el teléfono. ¿Con pedrito de los palotes?. No, oficina equivocada. Empezamos bien.

Mañana intensa, mucho trabajo, preparar clase, redactar un par de propuestas, el teclado suena y suena, como imitar el sonido de unas teclas, clic clic clic clic. Tres interrupciones más y opto por cerrar la puerta de mi oficina de puertas abiertas.

Mediodia. A casa a almorzar, mismo sonido de microondas, la licuadora procesa un gran jugo de lulo, el vaso suena al contacto con el hielo. Comida rapida, tenedores sonando.

Camino por la calle de vuelta a la universidad, un hombre “maneja” su carro’e mula, arre, arre, le grita y me acuerdo del caballo chovengo de la canción, arre, arre, vuelve y grita y el animal, terco, suspicaz,  se queda quieto, como burlándose de su dueño.

Viene un taxi Dacia, de esos largos, se queda varado a media calle, hace un estruendo aterrador, a ese motor le falta poco para salir en átomos volando, pasa un moto taxista y le grita: échale guineoooo.

En el bus rumbo a la universidad el cántico es el de siempre, uno le vale 200 y tres le valen 500 para su mayor economía. los huecos hacen que cada brinco suene todo el chasis. Yo cierro los ojos y espero llegar pronto, al menos llegar.

Retomo labores, pa’ clase, durante 3 horas no oigo ningún otro ruido sino mi voz, convencido, ya quisiera yo, los alumnos hablan una y otra vez, a veces por mis preguntas, a veces por jodidos que son,  a veces porque si, a veces porque no. Suena la película, hoy es F for Fake de Orson Welles. Siguiente parada, rally videografico por la universidad, la clase es distinta, fuera del salón, así que los ruidos que escucho, además de las preguntas de los alumnos, son los característicos de la cotidianidad de la Uninorte, gente, mucha gente, pasos, vasos en el CAI, gente que entra y sale, puertas que se cierran y se abren, gritos, muchos gritos, alguno pasa corriendo y casi me tropieza.

Fin de la jornada, camino por las calles, pasa el carro de la basura a mi lado armando un gran estruendo llego a casa, subo escaleras, clink clink suenan las llaves. Abro la puerta, el portero me dice que vinieron los de la luz, a bonita hora pienso yo y subo pausadamente los cuatro pisos que me separan del ruido final. Prendo luces, enciendo la TV, una película empieza, caliento algo de comida y me dispongo a escuchar, a sentir lo que tienen que contarme. En el PC se enciende la luz del msn, hoy -día sonoro- no hay ruido en los parlantes, una chateada rápida que allá y acá toca dormir.

11 pm, me quedo dormido, me voy al cuarto, enciendo el ventilador y cierro la ventana y justo antes de tirarme a la cama escucho los tres últimos sonidos del día: el vigilante de la cuadra haciendo su ronda habitual con el pito de toda la vida con el  que mantiene alejado a los malandros de la cuadra y viceversa, el sonido ralajante, simple y sin carisma de la brisa entrando por todas las ventanas y el cric cric cric de las ranitas que extrañamente llegan hasta lo alto de mi apartamento.

Los ruidos que se escuchan en la cotidianidad nos marcan las pautas de lo que hacemos; sentirlos, vivirlos pero sobre todo disfrutarlos nos puede hacer experimentar extrañas y llamativas impresiones.

Es que casi siempre oímos pero muy pocas veces escuchamos.

El Centro

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Dicen que para conocer la verdadera alma de una ciudad hay que ir al centro de la misma, se supone que de ahí partió todo.

Una mirada limpia, serena, abierta y nada prejuiciosa del centro de Barranquilla, paseando por sus calles, tropezando sus personajes y viviendo sus fragmentos.

La música corrió una vez más a cargo de Gabriel Barraza http://myspace.com/gaboozono